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SIGNOS

Un libro recoge el romancero oral de la comarca de Martos

Ginés Donaire

El profesor José Checa Beltrán dedicó tres años -desde 1979 a 1981- a recoger muestras de la tradición oral de la comarca de Martos (Jaén), con vistas a su tesis de licenciatura en Filología Hispánica. Ahora, casi 25 años después, ha vuelto a encuestar en la misma zona, recogiendo nuevas versiones de romances. El resultado ha sido el Romancero oral de la comarca de Martos, que recibió en 2004 el Premio de Investigación Cronista Cazabán y que ahora ha sido editado por el Instituto de Estudios Giennenses (IEG) de la Diputación Provincial de Jaén.

Se trata de una publicación que recoge textos orales que han llegado hasta hoy gracias a la transmisión de boca en boca durante siglos. Hay historias caballerescas, de cautivos, amorosas, criminales, religiosas o jocosas. Y, como principal novedad respecto a su primera etapa investigadora, el libro incluye también romances de cordel o de ciego, que versan sobre la guerra de Cuba, la guerra de Marruecos, amores apasionados, desgraciados o engañosos, incestos, crímenes, reencuentros y abandonos, milagros, galanteos... "Era un tesoro que yacía oculto y que, como tantos otros de nuestra provincia, esperaba la mano de nieve que lo rescatara, como el arpa del poeta", asegura José Checa, que es doctor en Lenguas y Literaturas Extranjeras Modernas por la Universidad de Bolonia (Italia) y doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.

Tradiciones europeas

Además de un estudio sobre el romancero -su definición, su historia, sus funciones...-, en esta obra cada romance va acompañado de la explicación sobre sus orígenes, su fundamento histórico, su conexión con otras tradiciones europeas, su relación con la mentalidad popular y sus peculiaridades estilísticas o lingüísticas. En la publicación se entremezclan muestras del romancero más venerable y tradicional con los romances de ciego más recientes. Éstos últimos se difundieron por pueblos y ciudades a través de los ciegos ambulantes que recorrían los caminos y las calles recitándolos y vendiendo pliegos sueltos impresos con el texto.

"Son textos que constituyeron un alimento literario de las clases populares desde el siglo XIX, tanto en el medio rural como en los barrios menestrales y obreros de las ciudades, y que acabaron integrándose en la tradición oral, cantándose de memoria y aprendiéndose no ya sólo a base de leerlos en los modestos impresos del pliego suelto, sino a base de oírlos de la boca de los padres o de los abuelos y, sobre todo, de las madres y abuelas", asegura Paloma Díaz-Más, del Instituto de la Lengua Española del CSIC y autora del prólogo del Romancero oral de la comarca de Martos.

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