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Reportaje:

Una vida en popurrí

Víctor Manuel y Ana Belén interpretan todo su repertorio

Rodeados de amigos y de público incondicional, la madrileña Pilar Cuesta y su marido, el asturiano Víctor Manuel San José, repasaron anoche en el Teatro Gran Vía su vida a través de la música y las imágenes. Ana Belén y Víctor Manuel, para todos, recurrieron al género, si es que puede considerarse como tal, del popurrí para ir recordando esa vida compartida y los años que han recorrido el mundo con las maletas llenas de canciones.

Sobre unas imágenes de una Ana Belén muy niña arrancó el primer bloque de los cuatro del espectáculo Una canción me trajo aquí, que ayer se estrenaba en Madrid y que permanecerá hasta el domingo. La voz antigua del locutor de radio, anunció que la niña Pili Cuesta iba a interpretar Los chicos Madison, que sonó con toda la aspereza de las viejas grabaciones.

Pero era la anécdota, enseguida sonó la voz acaramelada de la Ana Belén de ahora, para abordar La muralla. Apenas un par de estrofas y Víctor Manuel entonó los primeros compases de El cobarde. Ésa iba a ser la tónica del recital: una sucesión de versos de distintas canciones, que entrelazados formaron cuatro grandes bloques. Un rato ella, toda de blanco y hermosa, y un rato él, todo de negro y con la garganta rasposa por un virus gripal.

En el patio de butacas les miraban sin perder ripio unos embelesados Imanol Arias y Pastora Vega, amigos declarados de la pareja que contaba su vida en el escenario. Pero también Miguel Ríos y Regina, su compañera, el cantautor Luis Pastor y su mujer, la también cantante Lourdes Guerra, Miguel Bosé, la abogada Cristina Almeida, la concejal socialista Trinidad Jiménez, la ex ministra de cultura, Carmen Alborch, el humorista y actor Millán Salcedo, las actrices Tina Sainz, Pilar Ordóñez, Natalia Menéndez y el actor Juan Diego. Todos complacientes y encantados con lo que veían, lo mismo que los cientos de anónimos que llenaron el teatro.

Y sobre el escenario, la cosa transcurría por el camino de lo previsible, sin que esto signifique menoscabo alguno del mérito del efectista montaje. Dos enormes pantallas mostraban escenas de oleaje y mar, que transmitían un relajo placentero.

Sobre esas aguas virtuales navegaron Víctor y Ana en la autocomplacencia, que resultaría chirriante si no fuera consentida de manera entregada por un público cariñoso con la pareja. La mayoría, a tenor del entusiasmo mostrado todo el rato, tendrá como parte importante de la banda sonora de sus vidas las canciones que alguna vez les habrán susurrado, casi al oído como para ellos solos, Víctor y Ana.

Han recorrido juntos el mundo, ahora lo sintetizan en canciones que aunque no se completen del todo juntas se hacen otras. "Son como cerezas de un cesto que salen juntas al tirar de una", vino a decir Ana Belén y no podía ser más gráfico.

Víctor Manuel y Ana Belén. Teatro Gran Vía, hasta el 19 de febrero. 20.30 horas. De 35 a 50 euros.

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