Mala hierba en Chelsea

El Barcelona cambia el césped. El terreno de juego de Stamford Bridge es un patatal, pero el Chelsea ni se plantea arreglarlo. Es un factor diferencial y que está generando suspicacias con vistas a la esperada eliminatoria de la Liga de Campeones que les enfrentará el 22 de febrero en Londres y el 7 de marzo en el Camp Nou.

Para los blues, el problema con el césped viene de lejos. En su época, Claudio Ranieri ya lanzó la voz de alarma: "Nuestro campo es una playa", dijo. Albert Ferrer recuerda que en su época como jugador del equipo londinense se cambiaba a mitad de temporada. "No estaba muy bien, pero recuerdo que alguna vez, en noviembre, replantaron el campo. Y algo se notaba". Vialli lo tiene claro. "Entonces no teníamos la pasta que tienen ahora y el campo estaba bastante mal. Ahora tienen dinero, pero tampoco lo arreglan". Para el que fuera jugador y entrenador del Chelsea, los grandes males de la cancha empezaron con el inicio de las obras de las nuevas gradas del estadio: "Caía polvo de cemento al campo y nadie se preocupaba de limpiarlo, aunque los domingos hubiera partido", lamenta Vialli.

El campo del Chelsea es el peor de los cinco equipos londineses en la Premier. Falto de hierba en la franja central, el piso está blando e irregular. Sólo en el lateral que da a la banda de los banquillos aparece el verde. La pelota bota mal sobre el pastizal y jugarla de primera es tarea casi imposible. Los rivales, por ejemplo los jugadores del Liverpool el pasado domingo, sospechan que se trata de una treta del Chelsea para perjudicarles, especialmente en la Champions, pero los jugadores de José Mourinho lo desmienten. Del Horno padece las consecuencias cada partido. "El césped está mal desde hace tiempo y va a peor. No notamos mejoría y eso nos lleva a jugar partidos agresivos, de balón largo, en los que la estrategia tiene mucha más importancia de lo normal". Cole es más vehemente. "¿Lo hacen expresamente para perjudicar al Barça?", se le preguntó en un acto publicitario celebrado en el East londinense. "¿Cree que Ronaldinho no ha jugado nunca al fútbol en una playa? No; él no tendrá más problemas que nosotros para controlar la pelota", contestó el centrocampista del Chelsea.

Según explica Alan Penn, portavoz de la federación inglesa, los problemas de Stamford Bridge no son exclusivos: "Las gradas están cada vez más recogidas y dejan un margen muy pequeño de crecimiento a las raíces porque falta sol y aire para que emerjan sanas". La pasada temporada, el Chelsea cambió el césped en noviembre. La experiencia fue muy negativa. El centrocampista Parker, hoy en el Newcastle, se torció aparatosamente su tobillo derecho. "Cambiamos la hierba y tuvimos un gran problema con él. Fue culpa del sistema de reparación", indica con cierto resquemor Mourinho; "prefiero jugar en un campo malo, aunque perjudique nuestro juego, que en uno nuevo que suponga un peligro para mis jugadores". Si es una treta, Mourinho ha encontrado la excusa perfecta.