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Reportaje:SIGNOS

Más allá del perímetro de la imaginación

Una editorial granadina recupera los relatos de la poeta y crítica Aurora de Albornoz

La editorial granadina Traspiés ha rescatado la única obra de ficción de la escritora Aurora de Albornoz (Luarca, Asturias, 1926-Madrid, 1990). Se trata de una pequeña colección de relatos breves titulada Por la primavera blanca. La edición, que consta de un prólogo de Concepción González Badía, fue propuesta por la investigadora, lo que fue recibido con entusiasmo por la editorial que dirige el granadino Miguel Ángel Cáliz.

En opinión de González, los 10 relatos que componen el libro "van mucho más allá del perímetro de la imaginación al construir en sí mismos una limpia confección de retazos de vida escritos desde el corazón de la sorpresa y del profundo conocimiento de las apariencias de la realidad plural". Cuando en el año 1962 Aurora de Albornoz publicó Por la primavera blanca, ya había publicado dos importantes poemarios en España: Brazo de niebla y Poemas para alcanzar un segundo.

Además, por aquel entonces los frutos de su trayectoria investigadora comenzaban a ser una realidad. "Sus trabajos sobre la poesía de Antonio Machado y su labor docente en la Universidad de Puerto Rico fueron los primeros pasos de un quehacer crítico magistral". De su labor crítica son destacables sus artículos y estudios sobre escritores como Juan Ramón Jiménez, Pablo Neruda, Juan Rejano, el mayor de los Machado y José Hierro.

Puerto Rico

Pero desafortunadamente, la importancia de esos trabajos críticos no hizo más que ensombrecer su carrera poética, que desarrolló siempre en paralelo a sus estudios. "A Aurora de Albornoz le habría gustado ser recordada como poeta, y podía presumir de tener una voz propia y una profundidad lírica que en nada tenían que envidiar a las conseguidas en las disertaciones literarias", asegura Concepción González.

Albornoz tuvo que marchar con su familia hacia Puerto Rico cuando contaba con 18 años. Los horrores de la Guerra Civil supusieron toda una constante en su primera etapa poética, como si se tratase de un intento por recuperar el tiempo perdido de una infancia malograda en el conflicto, lo cual aparece plasmado con claridad en los dos primeros relatos del libro: El ataque y Tania. Puerto Rico le abrió las puertas de un horizonte nuevo en el que pudo desarrollar su sensibilidad y su labor investigadora. Además, en aquel lugar entró en contacto con escritores e intelectuales como Ricardo Gullón, Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez.

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Los relatos que componen Por la primavera blanca "presentan un fuerte interés, no ya por su calidad técnica u hondura lírica, sino también por su fuerte personalidad y el alto grado de diferencia con lo que en la década de los sesenta se publicaba en España", afirma González.

La Albornoz relatista entroncará directamente con la tradición renovadora del relato femenino, iniciada por Virginia Woolf y seguida por Catherine Mansfield y Clarice Lispector. Pero a esto la asturiana añadió lo que pudo asumir al ser testigo de primera mano del llamado boom de la novela y el relato hispanoamericanos. "Había de producirse una fusión de asimilación, descubrimiento, trasgresión y transformación que habría de dar lugar a una literatura original y fuerte, con una reinventada mitología y un universo cargado de ambigüedad y simbolismo". No obstante, no fue esta perspectiva lo único que la autora compartiría con el realismo mágico. La combinación de la autobiografía con la imaginación y el diálogo con la tradición lejana y cercana dieron lugar a relatos sorprendentes, a medias entre el suspense y la lírica.

"Si hay algo que llama la atención al internarnos en la lectura de este pequeño libro es sin duda un hecho que encontraremos también en su poesía. Si tuviéramos que contestar a la tradicional pregunta de sobre qué tratan los relatos, sólo cabría decir que la obra traza una de las miles de posibilidades de acercarse a la distancia abierta entre este lado y el otro lado", concluye González.

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