_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Amén

Fui uno de aquellos jóvenes necios de Occidente que celebró la revolución de los ayatolás. Creía, ingenuo de mí, que una parte del planeta podía liberarse yendo de la mano de un sanedrín de clérigos chiítas, intérpretes oscurantistas de una religión profunda y grandiosa, en cuyo seno la humanidad llegó en el medievo a su cima de esplendor y de belleza. De arrebatadora pasión por lo absoluto.

Pero aquellos clérigos de Persia no podían ser la panacea de la felicidad de su pueblo. Y escondieron su fracaso incendiando los corazones y las mentes de muchos fieles indocumentados, dentro y fuera de sus fronteras: esos muchachos afganos o palestinos que se inmolan de modo tan terrible, víctimas ellos también de un resentimiento, por desgracia, bien fundado. Irán es el origen principal de ese odio que recorre a muchos musulmanes, que, por otra parte, siempre serán ínfima minoría entre mil millones de seguidores pacíficos, honorables y sensatos. Depositarios de la altísima sabiduría oriental que nos reveló Sherezade, de quien todos los hombres lectores de este mundo estamos rendidamente enamorados. En las Mil y una Noches.

Debemos llevarnos bien con el islam. Conocernos, comprendernos y perdonen esta salmodia de cura posconciliar, lo que no soy, desde luego. Recuerden a los doscientos mil musulmanes europeos asesinados hace poco en la antigua Yugoslavia. Puentes hacen falta entre Alá y Dios, que deben ser el mismo. Y el Jehová de los judíos. No tendría que resultar tan difícil llevarnos mucho mejor. No provocar, respetarnos. Y quienes no disfrutamos de los dones de la fe, también hemos de procurar entender a los creyentes. Me educaron en Cristo, guardo un gran aprecio por su moral. En memoria de ella, pido humildemente la paz y el acercamiento a nuestros parientes mahometanos. Y si somos más ricos que ellos, más afortunados ahora en el juego de la historia, somos nosotros los más obligados a salir a su encuentro. Amén. Aleluya. Alá es grande. Y eso que no espero cielo ni infierno. Sencillamente, creo que la tierra aún puede ser un razonable paraíso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_