Sin noticias de Hicham
La ausencia de El Guerruj de las competiciones invernales dispara las alarmas sobre su posible retirada pese a tener sólo 31 años
"¿Qué sabéis de El Guerruj?", preguntaba hace sólo unos días un atleta español a un grupo de marroquíes durante la disputa de un cross. Y éstos, después de cruzar entre ellos miradas de complicidad, le respondieron que nada. Más aún, le precisaron que no sabían nada porque hacía meses que no le veían entrenándose por sus lugares habituales, por los bosques de Ifrane, por las pistas de Rabat, pero que, en realidad, uno de ellos, el más veterano, el más colega de Hicham, les había dicho que nada, que se olvidasen de él, que nunca más lo verían competir, que había colgado los clavos, vamos.
El veterano atleta español al que le contaron la noticia quiso quedarse de hielo -"¿cómo?, le habría gustado exclamar; "pero si sólo tiene 31 años, pero si ha nacido para correr, pero si puede seguir ganándolo todo, pero si no tiene sentido..."-, pero, por más que lo intentó, no consiguió sorprenderse del todo. No pudo sino convenir que Hicham el Guerruj, el mejor mediofondista de la historia, tenía todas las razones posibles para retirarse de los estadios.
Hasta agosto de 2004, Hicham el Guerruj era un atleta poseído por la rabia, por la furia. El recuerdo de la derrota ante el keniano Noah Ngeny en la final de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 se imponía a cualquier recuerdo de gloria, de triunfo, cuando su cuerpo le decía basta, le suplicaba que dejara de hacerle sufrir, que dejara de entrenarse, que no intentara más series criminales en la pista...
El oro olímpico. Su mayor deseo, su más grande frustración.
Todo lo demás lo poseía El Guerruj desde el siglo pasado. Todavía posee los récords mundiales de los 1.500 metros (3m 26s), la milla (1.609 metros) (3m 43,13s) y los 2.000 metros (4m 44,79s), unas marcas, unos tiempos, que aún tardarán en ser batidos.
También ha sido cuatro veces campeón del mundo y ha ganado 84 de 89 carreras de los 1.500 metros entre 1996 y 2004, pero dos de las cinco derrotas pesan más que todas las victorias.
Las dos le llegaron en finales olímpicas. En Montreal 96 su excitación le hizo verse envuelto en una caída y ganó su gran rival, el argelino Nurredín Morcelli. En Sidney 2000 sucumbió en la última recta ante Ngeny.
Pero en Atenas, en las calurosas noches olímpicas de la capital griega, en agosto de 2004, El Guerruj alcanzó al fin la gloria olímpica. Y no una, sino dos veces. Ganó los 1.500 metros y los 5.000, una gesta que sólo un atleta, el finlandés Paavo Nurmi, había sido capaz de lograr 80 años antes en París. El Guerruj no ha vuelto a competir desde entonces.
"No pensaba que volver a los entrenamientos después de un año sabático me iba a resultar tan duro", ha confesado El Guerruj por teléfono a un amigo madrileño.
El de 2005 fue un año vacío. Una temporada que comenzó llena de ideas nuevas, en busca de alicientes, con entrenamientos en Alburquerque (Estados Unidos), con ganas de correr el Mundial de cross, y que acabó vacía, entre la baja forma, las enfermedades y las lesiones. Y la falta de motivación.
¿Qué le podía mover para volver a la competición? ¿Qué aliciente le podría motivar a uno como él, rico, popular, el más famoso de Marruecos, casado con una mujer de gran familia, padre? ¿Qué más necesitaba? ¿Qué más le podía dar el atletismo que no le hubiera dado? ¿Qué podría llenar el vacío que sintió, súbito, inesperado, después de su doble oro olímpico?
"Sé que Dios me ha dado el don de poder correr como nadie y que debo rendir cuentas por ello, pero a veces con eso no me vale", dice.
A finales de 2005 encargó a su agente que le buscara algunas competiciones en pista cubierta. Pocas semanas después, le llamó para anularlo todo. "Déjalo", le dijo; "no me veo para correr este invierno. Sé que, si salgo, sólo me valdrá la victoria. Nadie entendería que no ganara. Ni los periodistas, ni la afición. Y no estoy para ganar a nadie".
Su esposa cuenta que El Guerruj sale todos los días a correr. Su entrenador, Abdelkader Kada, ha declarado que está haciendo mucho volumen con vistas al verano, que ya le llegará el entrenamiento duro.
Pero 2006 es un año sin relieve, un año sin grandes competiciones internacionales, un año de transición. Y El Guerruj cuenta que no termina de verlo claro: "Aún no he decidido nada, pero, si tengo que anunciar algo, no lo haré antes de que comience la temporada al aire libre, antes del verano".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.