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Reportaje:ESCAPADAS

Palermo del fulgor y la muerte

Los encantos de la capital de Sicilia entre secretos de oro y sangre

Andrés Barba

Sin duda, la mejor y más espectacular entrada a Palermo es la del Duomo de Monreale, en el alto de la Conca d'Oro. Fulgor y misión, oro y mosaico, aquí vivieron y murieron silenciosamente los mejores maestros del mosaico de los siglos XII y XIII para convertir este monasterio benedictino en el epítome del arte árabe-normando. Lo bello, explica Rilke, "no es más que el comienzo de lo terrible, ese grado que todavía podemos soportar", y no hay color más cercano al de la sangre, nos enseña Palermo, que el color del oro. La belleza, como la muerte, sólo puede ser, o ridícula, o majestuosa; Monreale habla de esa muerte majestuosa, de esa gran ascensión dorada del Pantocrátor, pero a unos cientos de metros, en la vía Cappuccini, se esconde esa muerte sinuosa y mundana de la cripta de los capuchinos. "Como tú eres yo fui, como yo soy tú serás", nos advierte, entre socarrona y tierna, una calavera humana, y el cuerpo embalsamado de Fra Silvestro da Gubbio, muerto en 1599, nos da la bienvenida a ese espectáculo siniestro de lo que nunca dejaremos de ser, por mucho que tratemos de olvidarlo. Los cuerpos embalsamados de los monjes capuchinos suceden a los de los abogados, los médicos... hombres y mujeres, niños y hasta bebés, ordenados por profesiones y edades, retenidos en sus vestimentas de entonces, algunos hasta congelados poco caritativamente en posturas que les definían, como el de dos obispos murmuradores a quien el monje embalsamador tuvo la siniestra ocurrencia de detener para siempre cuchicheando uno a la oreja del otro...

Desde el Duomo de Monreale hasta el mercado de la Vucciria. Un paseo literario por la ciudad italiana que más celebra la vida porque está acostumbrada a la evidencia de la mortalidad.

La ciudad de Palermo no aguarda a lo lejos, se adelanta. Una ciudad consciente de su mortalidad (y Palermo es un emblema de ello) es una ciudad permanentemente empeñada en celebrar la vida. Si la muerte es incontestable, también lo es la belleza de los rostros. Si una infunde pánico, la otra se revuelve ansiosa de celebración. Es como si todo el carácter de Palermo como ciudad estuviera permanentemente girando enloquecido alrededor de esos dos principios irreconciliables.

A poca distancia, en el 100 del Corso Catafimi, se alza el edificio de La Cuba, en el que Boccaccio sitúa la sexta novela de la quinta jornada de su Decamerón; dos amantes sorprendidos en el lecho son expuestos en su desnudez y condenados a ser quemados vivos en esta plaza. "Sea yo vuelto de rostro a ella", dice el amante, "que es la cosa que yo amé más que a mi vida, porque en muriendo y viendo su gentil rostro, muera más consolado". De nuevo el amor frente a la muerte. Lo restaurador y lo irrefutable.

Aquí nace el Corso Vittorio Emmanuele, la calle más amplia de Palermo, que divide la ciudad en dos, abierto por la Porta Nuova, construida en honor de Carlos V. Y un poco más adelante se alza la catedral; nuevo emblema de la celebración de la vida, en la que desde el siglo XII han ido superponiéndose estilos, como sobre una persona se superponen los recuerdos; lo árabe se ensarta en lo renacentista y en lo gótico en todo Palermo, desde la catedral hasta la iglesia (antigua mezquita) de San Cataldo, en la Piazza Bellini, y junto a ella, la Piazza Pretoria, celebración simbólica de los cuatro ríos de Palermo (Orieto, Papireto, Gabriele, Maredolce), llamada puritanamente durante muchos años fuente de la vergüenza por la desnudez de las estatuas. "La muchacha", dice D'Annunzio en un pasaje de El triunfo de la muerte que se produce en este lugar, "era suave y grave y hermosa como la plaza. Si no hubiese llegado a hablar, a Demetrio le habría parecido que acababa de comprender que era mortal, y que había sentido, por ese pensamiento, al igual que por la desnudez de las estatuas, una profunda vergüenza". Nuevamente lo bello y lo terrible, lo renovado y lo abandonado, como en las calles que rodean a la plaza, como en el misterio del enloquecido baile de la tarantela. Todo es una celebración engañosa, velada, en la que la sombra de la muerte no deja de aparecer. El baile mismo simboliza la locura del que ha recibido la picadura de una tarántula y al verse morir comienza una fuga enloquecida hacia esa vida-muerte del baile. "Crece, crece, crece rápido, hijo mío", dice la letra de una tarantela cantada enloquecidamente por Rosa Balistrieri, "porque tienes que vengar a tu padre...", y por un momento se tiene casi la impresión de que vida y muerte son tan sólo matices de un solo principio, encarnado en Palermo.

La familia inseparable

Perderse por los callejones que rodean el Corso Vittorio Emmanuele es entrar en esa dimensión orgánica, familiar, de la ciudad. Si en toda Italia formar parte de una familia es más una cualidad que un estado, en Palermo y en Sicilia en general pertenecer a una familia forma parte íntima e inseparable del mismo proceso de apreciar la vida. Adentrarse en el Mercato della Vucciria, en la Piazza Caracciolo, es comenzar a comprender ese carácter elástico que tiene en esta isla medio árabe, medio occidental el parentesco de la sangre. Al igual que la muerte, o el amor, se vive la familia como si se tratara de un designio anterior a todo lo humano, como una almendra dura y hermética en cuyo centro hubiera un secreto sagrado. Por eso es preferible atentar contra la vida que contra la familia. Por eso la influencia árabe ha dejado en estos rostros cetrinos, marrones y oscuros como la misma tierra una marca que es al mismo tiempo una condecoración y una maldición. "Palermo", explicó Pasolini, "es oscura como una bestia que nos asalta en plena noche", y en verdad algo queda, para el espectador turístico, de esa mirada desconfiada del siciliano que nos recuerda que podemos admirar lo que contemplamos, pero que jamás perteneceremos a ellos.

Siguiendo el Corso Vittorio Emmanuele hasta el mar, en la vía Alloro, se encuentra el Palazzo Abatellis y, dentro de él, uno de los grandes símbolos de Palermo; el gigantesco fresco anónimo del siglo XV titulado Il trionfo della morte. Una muerte esquelética y majestuosa se alza a caballo sobre la población con la espada en el cinto. Frente a ella, un hermoso jardín en el que toda la población está representada. La muerte atraviesa la vida como un golpe furibundo. Palermo la personifica más como un héroe que como una maldición; un héroe inminente que arrancara la superficie de todo y de todos y se riera luego del sentido que nosotros teníamos por realidad. Fuera, y tras el palacio, la vista ya se pierde en el mar, esa duración innombrable.

- Andrés Barba (Madrid, 1975) ganó el Premio Gonzalo Torrente Ballester con su novela Versiones de Teresa (Anagrama).

Vecinos y turistas compran en el mercado del Capo, en Palermo, también conocido como el mercado del pueblo.
Vecinos y turistas compran en el mercado del Capo, en Palermo, también conocido como el mercado del pueblo.HUBERT STADLER

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos- Prefijo telefónico: 00 39.- Población: 700.000 habitantes.- El aeropuerto Falcone-Borsellino (www.gesap.it)se encuentra a unos 30 kilómetros del centro de la capital. Existe un servicio regular de autobuses entre 6.00 y 24.00.Cómo ir- Alitalia (www.alitalia.es; 902 100 323). Vuelos de ida y vuelta a Palermo desde Madrid y Barcelona, con escala en Milán o Roma, a partir de 270 euros, tasas incluidas.- Lastminute (www.lastminute.com) oferta escapadas de fin de semana con estancia en hoteles de tres o cuatro estrellas a partir de 408 euros.Comer- Palermo está considerada capital de la comida callejera. En sus plazas y callejones se pueden encontrar a todas horas puestos improvisados donde probar las especialidades de la cocina siciliana (arancini, sfincioni...).Restaurantes típicos y asequibles (el menú no supera los 25-30 euros) son, además, la Trattoria Stella (091 616 41 83; vía Aragona, 6), Al Ferro di Cavallo (091 33 18 35; plaza Venezia, 20) y el Maestro del Brodo (091 32 95 23; vía Pannieri, 7).Información- Oficina de turismo de Italia en Madrid (915 67 06 70; www.enit.it).- Oficina de turismo de Palermo (www.aapit.pa.it).- info@palermotourism.com.- Web de la ciudad de Palermo (www.comune.palermo.it).

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