"El monedazo convirtió la palabra en un arma"
Quique Flores, que el domingo cumple 41 años, transmite una seguridad sin fisuras al frente del Valencia pese a haber caído eliminado de la Copa ante el Depor en la eliminatoria más agria de los últimos años. Mañana visita Riazor.
Pregunta. ¿Se corresponde el Valencia con su estética?
Respuesta. Con este tipo de plantilla, sí. Este grupo tiene una naturaleza propia y es importante no salir. Siempre ha sido muy sólido cuando defensivamente ha sido muy fuerte. El paso siguiente, para hacerlo muy grande, es mejorar del medio del campo para adelante.
P. ¿Por qué depende tanto de los goles de Villa?
R. Primero, porque es el que más talento tiene para convertir. Y también porque hay futbolistas por debajo de sus posibilidades. De Mista, Kluivert, Angulo y Aimar esperamos más goles.
"Nos gusta que nuestro público sea agresivo, caliente, que esté con nosotros; la moneda lo malinterpretó"
"Aimar es futbolista más de jugadas que de partidos; Riquelme, en cambio, marca el ritmo del partido"
"Echamos leña a un fuego que dura ya 10 años [en alusión al penalti de Djukic que privó al Depor de la Liga en 1994]"
"El Barça ya no enamora, pero Messi es la diferencia. Él, Eto'o y Ronaldinho forman el mejor ataque del mundo"
P. ¿Está contento con Aimar?
R. Sí. Es un gran futbolista que está estabilizado muscularmente. Nos ha dado mucho en la primera vuelta: muchas garantías de ataque al lado de Villa. Nos gustaría que tuviera más regularidad.
P. ¿Más peso en los partidos?
R. Es un futbolista más de jugadas que de partidos, que es su gran diferencia con Riquelme, un gran estratega que domina el ritmo de los partidos; Aimar domina las jugadas puntuales, es capaz de desquilibrar más en momentos.
P. Usted, que fue un lateral tan alegre, ¿por qué prefiere a Moretti antes que a Fabio Aurelio?
R. Porque hay muchas acciones a balón parado y muchas acciones que neutralizar en tu campo. Moretti nos da un equilibrio. Tenemos un lateral ofensivo por la derecha.
P. ¿Sería usted titular si jugara?
R. Disputaría el puesto con Miguel, que es muy similar a mis características. Si un equipo es muy sólido, al final caben todos. No hay que perder la idea general.
P. ¿Albelda marca el estilo?
R. Sí, encarna la fortaleza, el espíritu de sacrificio, la sencillez, la humildad y la solidaridad.
P. ¿Disfruta viendo al Valencia?
R. Sí. Al principio, era abrir un melón. Luego ya supimos que iba a ser competitivo y que, por momentos, nos iba a gustar mucho.
P. ¿Y al Barça?
R. No me apasiona como hace unos meses. Es lustroso, pero no enamora. Sin Eto'o ni Xavi, con Ronaldinho más bajo...
P. ¿Y la irrupción de Messi?
R. Esa es la diferencia. Messi, Eto'o y Ronaldinho son el tridente más importante del mundo.
P. ¿El Madrid?
R. Lo veo donde podía estar en el momento en que tuviera una dirección coherente. Sus jugadores estaban corriendo mucho, pero mal. La otra confirmación ha sido Sergio Ramos, al que me hubiera gustado verlo en el Valencia.
P. En estos cinco meses de reconstrucción del Valencia, ¿ha sufrido mucho?
R. Al principio había muchas cosas que no entendía ni dominaba. Una fuerza brutal ahí afuera. Mis argumentos no convencieron, me empeñé en que convencieran... Cuando esa fuerza la trasladé al grupo, a convencerlo, me fue mucho mejor. Antes sabía cómo era un equipo modesto [el Getafe], ahora empiezo a entender a controlar uno de élite. El margen de error es mucho menor y eso te obliga a multiplicarte, a ser más pesado.
P. ¿Superado por la presión?
R. No, ni en los momentos difíciles me deprimo fácilmente, ni en los momentos de éxito puedo ser excesivamente feliz. Soy un perfeccionista muy exigente.
P. ¿El hecho de haber sido hincha del Valencia le ha perjudicado?
R. Hubieran podido pasar dos cosas: que me vieran como el chico de la casa o como el entrenador exigente separado de todo. Y me ven como lo segundo.
P. ¿Ha cometido muchos errores?
R. Sí, cuando vas a toda velocidad poniéndote el cinturón, uno acaba teniendo distracciones. En la conducción del grupo. Son muchas novedades, presiones de todos lados, y hasta que uno coge el pulso, se siente aturdido.
P. A veces ha hablado más como analista que como entrenador.
R. Sí. Soy persona de explicar las cosas que me pasan por la cabeza. Tardé en entender que las ruedas de prensa son un protocolo. Yo intentaba argumentar cosas que nos pertenecen a los técnicos.
P. ¿Reconoce como un error alentar al público para que presionara antes del choque del Depor?
R. No, lo único que cambia de estas declaraciones respecto a las que se hacen todas las semanas es que hubo una persona que se equivocó y lanzó un monedazo.
P. Su equipo salió alterado.
R. Lo de Marchena le puede pasar a un futbolista [fue expulsado en el minuto 8 por un puñetazo a Arizmendi]. En el resto de los 45 minutos apenas hubo faltas.
P. Pero si pide al público que presione al árbitro, ¿no pretende mermar su imparcialidad?
R. Las interpretaciones son libres. El penalti de Iturralde [en el choque de ida en Riazor, por un agarrón de Carboni a Capdevila] condicionó todo. A la mayoría de aficionados no hace falta calentarlos para que tome conciencia. La eliminatoria viene torcida de ahí y echamos leña a un fuego que dura 10 años. Si no le dan al asistente, las palabras se habrían quedado en nada porque el monedazo convirtió la palabra finalmente en un arma. Nos gusta que nuestro público sea agresivo, caliente, que esté con nosotros, pero esa moneda no interpretó nuestro mensaje.
P. Usted jugó en Riazor el día del famoso penalti fallado por Djukic, en 1994, cuando el Depor perdió la Liga a última hora.
R. Sí, fue un episodio muy desagradable. Los compañeros del Depor perdieron una oportunidad única y nosotros salimos apedreados. No se miraron el ombligo: perdieron la Liga en los cuatro empates anteriores. Tuvieron miedo a ganar y nosotros pusimos punto final a una película ya escrita.
P. ¿Tiene miedo para mañana?
R. No, ninguno, aunque nos gustaría que nuestros aficionados fueran lo más prudentes posible. Vamos a salir a un partido de fricción como siempre ha sido.
P. ¿Quiere demostrar que es mejor que el Deportivo?
R. Eso nos dejaría en nuestro sitio. A día de hoy, el Valencia funciona mejor, tiene mejores jugadores y más recursos. Les llevamos siete puntos y no es casual.
P. ¿No les ha faltado autocrítica?
R. Siempre estamos al límite de las equivocaciones, pero es que fuimos mucho mejores que el Depor.
P. ¿Es peligroso el victimismo?
R. No me gusta que nos quejemos en general, crea una sensación de debilidad. Nos quejamos de que no nos dejaron competir en igualdad. Y si uno se calla, la sensación de debilidad puede ser peor.
P. ¿El Valencia, tradicionalmente, ha sido victimista?
R. Puntualmente. Somos una ciudad muy viva, muy caliente, construimos muy rápido y nos venimos abajo con cierta rapidez. Pero nos crecemos ante las injusticias, como ahora. ¿Qué habría pasado si sucede en otros lugares?
P. El club le reprocha que no acuda a ningún acto público.
R. Soy poco sociable. El club debe preocuparse por si soy buen entrenador o no. Un buen técnico es el que hace rendir a sus jugadores, no el que inaugura tiendas.
P. ¿El poder es pernicioso?
R. Mucho. El único poder que me interesa es el del control del vestuario.
P. ¿Por qué no le coge el teléfono a Javier Subirats [director deportivo]?
R. Se lo cojo a muy poca gente. Es un arma tecnológica muy peligrosa. Me siento perseguido. Subirats me ha transmitido su admiración por el dibujo táctico.
P. ¿Cuándo piensa renovar?
R. Me siento muy libre y cuando uno trabaja quiere sentirse valorado. Y que llegue a tiempo.
P. Tiene cautivado a Juan Soler, el presidente.
R. Y él a mí. Es una buena persona y tiene un gran proyecto de futuro que yo valoro porque vivo el Valencia veintitantos años.
P. Sin embargo, sus declaraciones son muy desafortunadas.
R. Está aprendiendo. Lleva un año en esto.
P. En la pretemporada, usted dijo que no quería que el cargo cambiara su carácter. ¿Lo ha conseguido?
R. Sí. El día antes del Depor estaba solo en el cine viendo Match Point. No he perdido ni una sola idea ni una costumbre.
P. En esa película el tema es el azar, tan importante en el juego.
R. La inteligencia de Woody Allen me volvió a impactar: cómo envuelve la película alrededor de la suerte.
P. Sigue jugando sus partidillos con sus amigos en Cracks.
R. Sí, los lunes, la tarea de recuperar ese equipo es más difícil que la del Valencia. Estamos peor.
P. ¿Le cuesta desconectar?
R. Del fútbol, sí, me gusta mucho. Si compro un partido no es por entrenador, sino por ocio.
P. ¿El fútbol internacional?
R. El francés está dejando jugadores muy potentes con enorme técnica. El inglés me decepciona cada día más. Ha perdido la brillantez, el choque, el estilo directo. Hay dos equipos, el Chelsea y el Liverpool, mucho más potentes y organizados. Si hay algún sitio donde ir para hacer un trabajo exhaustivo y reconocido, es Inglaterra.
P. ¿Le queda tiempo para cultivar otras pasiones?
R. Ya no escribo y me da mucha rabia. Me llegaron a animar para que escribiera poesía, pero eso fue un atrevimiento. Uno se siente feliz aprendiendo a escribir, y muy traidor abandonándolo.
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