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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Hoka-hey"

Jordi Soler

Caballo Loco, el famoso jefe sioux, lleva muerto más de un siglo y sigue despertando las más encontradas pasiones, su grito de guerra "Hoka-Hey", que el jefe lanzaba en las tierras de Dakota del Sur, retumba varias veces al año en los campos de Cataluña, un destino raro para aquel indio heroico que aquí cuenta con el respaldo de un movimiento de nombre Catalunya Indian Movement, una suerte de ONG que suma sus esfuerzos a otras como la Inter Tribal Bison Cooperative, una lejana cooperativa preocupada por los bisontes que corren, y no quieren extinguirse, en la lejanísima Dakota. Paralelamente al Catalunya Indian Movement, tenemos aquí mismo otra organización que se llama El Clan del Lobo, que organiza campamentos indios en Girona y que firma sus manifiestos con la rúbrica: "En el espíritu de Caballo Loco". Al margen de las particularidades y calidades que tenga este espíritu, no sobra ahora concentrarnos en las encontradas pasiones que genera este famoso jefe indio, que cuenta además con la distinción que le ha otorgado una agencia que organiza viajes desde Barcelona hasta la reserva sioux que está en Dakota del Sur. Frente a estas pasiones, la del que va gritando "hoka-hey" por los meandros boscosos del Empordà, y la del turista que se chupa 20 horas de avión para gritar el "hoka-hey" in situ, está la que destapó su heredero hace unos meses, un heredero misterioso que a ratos parece un familiar dolido y a veces un simple cínico.

Muerto hace más de un siglo, Caballo Loco sigue desatando pasiones. Una asociación organiza campamentos indios en Girona

Caballo Loco, o Crazy Horse en inglés, o Tashunkewitko en su lengua materna, o Cavall Boig, según el criterio lingüístico sobre traducciones del portal És a dir, fue, según sus biógrafos, un guerrero ejemplar que murió, como casi todos los jefes indios, masacrado por el ejército estadounidense, en un sitio llamado Fort Robinson, en Nebraska, en 1877, a los 33 años, la emblemática edad de ya saben ustedes quién. De acuerdo con otro biógrafo menos recatado, Caballo Loco era espectacularmente guapo, era el "Adonis sioux" dice textualmente este biógrafo. Pues resulta que uno de sus descendientes, muy lejano pues el jefe indio lleva casi 130 años muerto, se ha indignado porque en París hay un sitio de variedades con chicas desnudas que se llama Crazy Horse, como su pariente. Este descendiente tiene el confuso nombre de Harvey White Woman (que en inglés quiere decir Harvey Mujer Blanca) y está decidido a plantear acciones legales contra el famoso centro nocturno, aunque no explica por qué acaba de enfadarse apenas ahora si el Crazy Horse funciona desde 1951. En realidad, hay un indicio de la motivación que el señor Mujer Blanca pueda tener: en 1992, otro descendiente del jefe indio logró una indemnización de 150.000 dólares después de demandar a una bebida que usaba el nombre de Original Crazy Horse Malt. El problema de llamarte con un nombre tan directo como Caballo Loco es que cualquier caballo que pierda la razón puede llamarse igual que tú, como si te llamaras Conejo que Brinca, o Flor del Campo, o el mismo señor Mujer Blanca que, si no le prospera su demanda contra el centro nocturno, intentará demandar a Nicole Kidman, por ser ella lo que él se llama. De entrada debe haber otros motivos para ponerle Crazy Horse a un cabaret; yo antes que en el jefe indio pensaría en los clientes convertidos en caballos locos detrás de las muchachas. Otra cosa sería si el Crazy Horse se llamara Toro Sentado (Toro Assegut, de acuerdo con el criterio del mismo portal), aunque también habrá quien se siente y bufe a la hora del can-can. Pero donde el enfado del señor Mujer Blanca adquiere tintes de negocio es cuando se descubre que en su país, Estados Unidos, hay muchas cosas que llevan el nombre de Crazy Horse y que no han sufrido su acoso legal; por citar tres ejemplos y descontando a los caballos locos que corren por las praderas, digamos que en Ohio hay un cabaret con ese nombre cuyo sitio en Internet ofrece fotos de chicas desnudas, que ni parecen caballos ni dan la impresión de estar locas; en Littleton, New Hampshire, hay un predio boscoso para acampar de nombre Crazy Horse Campground, y el tercero que es una obviedad: la banda de Neil Young, uno de los músicos más encumbrados de aquel imperio, se llama Crazy Horse. Como final se antoja este tiro por la culata: Harvey White Woman llega a París a demandar al Crazy Horse y las 20 mujeres blancas que bailan por las noches la versión orquestada de Paris canaille, pero lo contrademandan por llamarse lo que ellas son.

En la página de Internet de El Clan del Lobo se anuncian ceremonias indias en el Montseny, es de esperar que con el espíritu de Caballo Loco, y también la venta de souvenirs, desde una bolsa de piel hasta un tipi, una tienda típica sioux en varios tamaños, desde la económica de 3 metros (480 euros) hasta la familiar de 10 (2.170 euros). Cuando se investiga sobre las próximas ceremonias del clan, sobre la siguiente oportunidad para gritar el "hoka-hey", se encuentra uno con la siguiente leyenda descorazonadora: "Atención: las ceremonias que estaban previstas para este año, quedan anuladas hasta octubre de 2006".

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