"Hay que cambiar las reglas"
Severiano Ballesteros, que en el golf ya sólo aspira a divertirse, modificaría los palos y haría las bolas más grandes para que no se llegara tan lejos
A Severiano Ballesteros casi le molesta la pregunta. "¿Contra quién compito? Contra el campo, como siempre". Cercana ya la cincuentena y tras algo más de dos años de retiro, volvió al golf competitivo en octubre pasado, en Madrid, y, a pesar de que su preparación se ha visto interrumpida por el mal tiempo y sus dolores de espalda, no descarta presentarse al Masters de Augusta, en abril. No para ganarlo, porque pensar en recuperar el nivel de sus buenos tiempos "es como soñar despierto", pero tampoco para sufrir. Para divertirse.
Ballesteros, que sigue siendo una leyenda en el Reino Unido, pasó la semana pasada por Londres para apoyar, en una feria inmobiliaria, al patrocinador de su torneo bienal, el Seve Trophy. Ya muy lejos de sus éxitos de hace 20 años, está corto de preparación porque la lluvia ha dejado impracticable Pedreña y ha decidido no acudir a los torneos de Qatar, Dubai y Abu Dhabi. "Si me encuentro bien, iré al Open de Portugal y al de Madeira. Y, si en esos dos estoy en unas condiciones más o menos razonables, iré al Masters. Si no, pues... no pasa nada porque el año es muy largo. Siempre hay tiempo para empezar".
Ganador dos veces (1980 y 1983) de la chaqueta verde de Augusta, Ballesteros se opone a que se alargue el campo del Masters para dificultar el recorrido. "Más que alargar los campos, habría que variar las reglas. Yo cambiaría los agujeritos de las bolas, por ejemplo. Haría las pelotas un poco más grandes. Y también haría algo para que los palos no propiciasen conseguir distancias tan largas, ya que, a este paso, llegaremos a necesitar que los campos tengan 10.000 metros". "Esto es una exageración porque cada vez es más difícil conseguir permisos para hacer campos", sostiene. "La tecnología tiene que avanzar, pero creo que la USGA y Saint Andrews deberían tomar medidas para que no se vaya tan rápido. A mí, como diseñador de campos, me ha ido muy bien porque hay más trabajo, pero no creo que esto sea lo correcto", advierte.
"Si vuelvo a jugar es porque me divierte", explica; "yo no vuelvo a jugar ni por dinero ni por nada porque tengo mi vida resuelta. Si vuelvo es porque me gusta. Me gusta la competición, me gusta competir. El golf ha sido, es y será siempre parte de mi vida. Si salgo a jugar es porque me divierto. Para sufrir, no. Ya he sufrido bastante muchas veces. No vale la pena".
Ballesteros sabe que es muy difícil que vuelva a ganar un torneo, pero matiza: "Volver a jugar y a divertirme... Si consigo eso, ya empiezo a ganar, ¿no? Y eso es lo importante. ¿Contra quién compito? Simplemente, contra el campo, como siempre lo he hecho. Y si hago resultados suficientemente buenos como para estar al nivel de los mejores de vez en cuando... Porque, no nos vamos a engañar, volver a jugar como lo hice hace 20 años es soñar despiertos. No sería posible. Pero tener de vez en cuando una actuación que me permita estar metido entre los buenos creo que sí que lo es".
El campeón del Open Británico de 1979, 1984 y 1988 ve "muy bien" el nivel del golf europeo. "Ahora mismo está habiendo una transición de jugadores, como ocurre cada 10 o 15 años. Vienen jóvenes con mucha fuerza, con muchas ganas... Y, entre el avance de la tecnología con los palos y las bolas y la fuerza física que traen, la verdad es que es difícil competir contra ellos". Entre los españoles destaca a Sergio García, aunque le lanza un consejo: "Se ha de centrar más en los torneos grandes y jugar menos alrededor del mundo, ya que creo que es un error. Tiene un potencial enorme y, entre los europeos, es el jugador que más apunta a ganar un torneo del Grand Slam este año".
Ballesteros es un ejemplo más de la tendencia del deporte español para triunfar en lo individual y fracasar en lo colectivo. "Porque somos personas más individualistas, más independientes... Por nuestro carácter, No sé... Es difícil explicárselo". ¿Más indisciplinados también? "No; hay de todo, como en todas partes. España es un país pequeño y ser campeones en un deporte colectivo no es fácil porque el entendimiento siempre es más complicado. Sin embargo, a nivel individual, eres tú con tu entrenador y nada más. Ahora, unir y poner de acuerdo a todo un equipo... Yo lo sé porque he sido capitán de equipos en la Copa Ryder, en el Seve Trophy, en el Royal Trophy... Duran sólo una semana y, a pesar de ello, siempre he tenido problemas. Por eso, cuando escucho que se habla de que los vestuarios de ciertos equipos de fútbol no son precisamente una piña, no me extraña".
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