Dos plegarias
Plegaria matinal
Que todo sea ahora, que se cumplan
tus sueños y los míos al instante
-nos corre el mismo sueño por las venas-,
que ya reviviremos luego el fuego
contemplando los restos de la hoguera.
Que sea aquí y ahora el resto de la vida.
Ésta es mi súplica.
Para el final no pido privilegios.
Me basta algo común y despreciado
por casi todos: la disolución.
Bendita enfermedad es el olvido:
desierta la conciencia,
esperar a la noche sin angustia
y nada recordar de cuanto amamos.
Plegaria nocturna
Concédeme el olvido si vas a darme años.
Que al paso de la edad
lo acompañe la fuga hacia la nada
de todos mis recuerdos
-primero los felices.
Que la salud y la memoria decrezcan juntas
para que, cuando la hora llegue, al menos
pueda uno recibirla dignamente,
sin lamentar las pérdidas.
Antonio Manilla (León, 1967) es autor de los libros de poesía Una clara conciencia (Comares. La Veleta) y Canción gris (Pre-Textos. Premio Emilio Prados).
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