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FÚTBOL | Copa del Rey

Feliz cumpleaños para el goleador

Diego Torres

El entrenador del Madrid, Juan Ramón López Caro, insinuó el pasado martes que no pensaba poner a Cassano de titular frente al Betis porque, argumentó, el jugador "no está a su mejor nivel". Sin embargo, otros criterios, además del nivel, debieron de operar ayer para que decidiera dar la titularidad al italiano.

En el palco hay mucha gente ansiosa por ver al nuevo fichaje desplegar su repertorio de fantasía cuanto antes. Y eso es lo que vieron. Al menos, en la primera parte, cuando Cassano hizo un par de gestos estupendos. Uno de ellos, un taconazo fortísimo que por poco deja a Roberto Carlos solo frente a Doblas, el portero del Betis.

Más escurridizo que una trucha, el delantero brasileño remontó el río con entusiasmo. Robinho se muestra cada día más feliz, más veloz y más constante. No ha engordado. Tampoco se le detectan los músculos de Rambo. Sólo se sabe que la baja de Raúl y la destitución de Vanderlei Luxemburgo, dos figuras paternales, atentas a los cuidados intensivos, coincidieron con su emancipación. Desde entonces, su asentamiento como jugador y como atleta ha ido de la mano de un cambio de humor evidente.

La ausencia de Ronaldo le cargó con más responsabilidades porque le convirtió en la última instancia para desequilibrar. Pero la exigencia no le acobardó. Desde que López Caro le puso en la banda derecha, contra el Málaga, en La Rosaleda, su adaptación a los espacios y los tiempos del fútbol europeo se ha consolidado. Ayer, en el día de su 22º cumpleaños, entró en el campo decidido a resolver el partido. Remató tres veces en la primera parte. Y a la tercera la metió. Después de una jugada de vértigo.

Sacó Casillas de la portería con tanta rapidez que el Betis, pendiente de un córner a favor, no tuvo tiempo de replegarse con eficacia. Casillas hizo bien al elegir el destinatario. Dio la pelota a Zidane, que progresó por el medio del terreno con cuatro zancadas y abrió a Beckham, a la izquierda, de tal forma, que el inglés no tuvo más trabajo que acelerar suavemente y prolongar el balón hacia Robinho. Solo, con espacio ante Varela, el paulista exhibió una de sus obras maestras: mostró la pelota y la escondió con un latigazo de tobillo. Despegó, se metió en el área por el vértice izquierdo y Doblas no pudo hacer otra cosa que salir a tapar algo como en un duelo de balonmano. Aunque tenía poco ángulo, Robinho acomodó la palota pegada al segundo palo tras una finta sutil. En el otro lado del área, Cassano se quedó solo, esperando el pase, mirando el gol.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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