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Reportaje:

Un titiritero quijotesco

Un sexagenario agita sus figuras de madera de pueblo en pueblo contra la injusticia social

No hay caminos ni veredas que no conozca. Tampoco existen fechorías contra las que él no se haya rebelado, ni gestas en las que haya permanecido al margen. Ángel Vázquez es un titiritero de 63 años que lleva media vida recorriendo los pueblos de España con sus marionetas de madera y muchas historias que contar. Sus inseparables Don Quijote y Sancho no luchan contra molinos de viento, sino contra países que invaden Irak un día, o frente a grandes grupos financieros a los que no les interesa acabar con el hambre en el mundo, en otras ocasiones.

Ángelo, como le gusta que le conozcan, dice haber adaptado el texto de Cervantes al lenguaje de los niños y a los problemas actuales. Y ha elegido los personajes del hidalgo caballero y su escudero fiel "por el espíritu de justicia y libertad que los envuelve". Así, no es raro toparse un día con el teatrillo de Ángel repleto de carteles como "No a la guerra" o "Invasión asesina".

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Las funciones de este titiritero no son aptas para conformistas pues en sus diálogos, Don Quijote y Sancho pueden disertar sobre cualquier injusticia social que esté ocurriendo en el mundo en ese instante. "A los niños también hay que decirles que existen cuatro listos forrados de dinero a los que no les interesa acabar con el hambre en los países pobres", cita como ejemplo el sexagenario. Claro, que a veces el mensaje que lanza disfrazado de cuento le vuelve en forma de reproche. "En ocasiones algún padre me viene a pedir explicaciones sobre las cosas que he contado en la función y que luego el niño ha querido conocer más a fondo asfixiando a preguntas en casa; yo en ese caso les digo a los padres que ellos también les tienen que contar a sus hijos que el mundo no es perfecto", sentencia. "Otros adultos, en cambio, me dan las gracias", añade con orgullo.

El público perfecto para Ángel Vázquez tiene entre dos y diez años aunque a la hora de interactuar con sus marionetas prefiere a los de más edad. "Un día planteé un cuento sobre un cohete que va a Marte a buscar agua; entonces Don Quijote y Sancho comenzaron a preguntar a los niños mayores cómo tendría que hacer ese cohete para traer el agua de regreso a la Tierra, y las respuestas eran divertidísimas", rememora el titiritero.

La última incorporación al teatrillo es el personaje de un pirata que roba dinero para comprar muchos pisos aunque no vaya a vivir en todos ellos y Don Quijote trata de impedirlo. Este caminante no sólo divierte a los demás, él también saca raciones de satisfacción: "Me gusta la sensación de libertad que me aporta estar hoy aquí y mañana en A Coruña, por ejemplo; y, sobre todo, me encanta ver la sonrisa y el interés de los chavales", agrega.

Sin embargo, la aventura de Ángelo estuvo a punto de truncarse por la celebración del IV Centenario de la publicación de Don Quijote, celebrado en 2005. Después de treinta años consagrados a los títeres del caballero y su criado, este artista errante pensó que los organizadores de los actos conmemorativos le concederían un hueco. "Llamé y escribí al Ministerio de Cultura, me dirigí a un montón de ayuntamientos y comunidades autónomas y nada, al final sólo pude mostrar mi espectáculo en dos galas en Castilla-La Mancha", relata con amargura. Entonces él resolvió rendir su particular homenaje a la efemérides y montó una función gratis para 400 alumnos de colegios madrileños en la Dehesa de la Villa además de comprar 400 libros que después regaló a cada miembro del público.

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