Embajadas que abren a los cinco siglos
"Es un día histórico porque se restablecieron las relaciones entre España y nosotros, rotas hace 500 años", al ser expulsados los judíos de la península Ibérica. Simón Peres, por entonces primer ministro de Israel, hizo esta solemne declaración para anunciar, el 17 de enero de 1986, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los gobiernos español e israelí que, al día siguiente, firmó en La Haya con el presidente Felipe González.
Pese al comentario de Peres, la relación con el pueblo judío nunca se quebró del todo. Franco salvó a muchos de ellos afincados en los Balcanes y perseguidos por el nazismo en la II Guerra Mundial y en los años cincuenta las autoridades españolas ayudaron a otros muchos a emigrar de Marruecos a Israel pasando por Ceuta y Melilla. En los ochenta, Israel abrió una embajada informal en Madrid.
La decisión de abrir una Embajada española en Tel Aviv estaba cantada desde que España se convirtió en candidata al ingreso de la UE. Si los demás miembros del club europeo mantenían relaciones con el Estado hebreo, España no iba a ser menos.
González lo preparó cuidadosamente. "El establecimiento de relaciones diplomáticas con cualquier Estado no supone un apoyo a su política interior o exterior", escribió, en 1985, al secretario general de la Liga Árabe, Chadli Klibi, y a varios jefes de Estado árabes. El anuncio quedó empañado porque coincidió con el secuestro en Beirut de un geo y dos empleados de la Embajada de España, que habían ido a recogerle al aeropuerto, por milicianos shiíes que buscaban la liberación de sus familiares en España. El envío del geo a las embajadas formaba parte del plan de seguridad ante el riesgo de atentados antiespañoles, pero hacerles viajar por vía aérea (sólo la marítima era segura para llegar a Líbano) fue una enorme torpeza de Interior.
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