"Ahora tengo todo el día vacío"
La única gimnasta española con un oro en unos Mundiales comienza, a los 20 años, una nueva vida lejos del deporte de élite
Elena Gómez ha anunciado esta semana su retirada. Ninguna sorpresa. La mejor gimnasta española de la historia por palmarés, la única con una medalla de oro en unos Campeonatos del Mundo, se ha ido alejando poco a poco, sin ruido ni traumas, de la disciplina y del sacrificio que exige la élite deportiva desde su gran fracaso en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Así, hasta decir basta con 20 años cumplidos, pasada la edad ideal de una gimnasta y por una lesión en el pubis de la que no acaba de recuperarse.
"No tenía sentido seguir entrenándome si no podía competir al mismo nivel", explica la joven de Manacor (Mallorca) desde Valladolid, donde ha decidido continuar su vida. Adiós a las sesiones de siete horas de entrenamiento diarias, a los años sin vacaciones, a un mundo que se reducía al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, en el que se concentra el equipo nacional y viven y estudian las gimnastas. Su mundo desde que tenía 13 años hasta hace uno y medio.
"No tenía sentido seguir entrenándome si no podía competir al mismo nivel [por una lesión en el pubis]"
En realidad, la ex campeona mundial se empezó a alejar de todo a la vuelta de Atenas aunque no haya dejado de ir al gimnasio casi cada día. El año olímpico fue "durísimo". Y no sólo por la intensa preparación que exigen unos Juegos, su sueño desde niña, sino porque su cuerpo empezó a cambiar. Creció. La gimnasia se le hizo más difícil. Ya no era la diminuta y preciosa atleta segurísima a la que adoraban los jueces, sino una veterana que se ponía a prueba cada vez que subía a un aparato.
Sometida a una enorme presión durante años, la cita de Atenas fue la primera vez en la que no cumplió con las expectativas. Antes, y desde su histórico triunfo en Debrecen (Hungría) en 2002, cuando logró el oro en suelo con sólo 16 años, había brillado en todas las grandes pruebas internacionales. Y no sólo como una gran especialista en suelo -bronce también en los Mundiales de 2003 y plata en los Europeos de 2004-, sino, algo mucho más difícil, como una gimnasta completa, una de las cinco mejores del mundo.
Pero en los Juegos se quedó fuera de su final, en la que aspiraba a todo, y tuvo que conformarse con dos diplomas olímpicos: por equipos y en el concurso individual. Además, se vio superada por su compañera Patricia Moreno, quien, con toda la suerte que le faltó a ella, logró la primera medalla olímpica en suelo para España: bronce.
Tal vez por todo ello, cuando Elena volvió, exhausta, de Atenas decidió dejar Madrid y se trasladó a Manacor, donde viven sus padres y hermanos. Quería darse un respiro, retomar el gusto por un deporte exigente y muy sacrificado y distanciarse un poco de la presión que la acompañaba en los últimos años.
Aunque no quería ni oír hablar de retirada, muchos la dieron por perdida para la gimnasia de élite. ¿Cómo va a entrenarse sola en Mallorca? ¿Cómo va a seguir compitiendo al mismo nivel?
La gimnasta y su entrenador, Jesús Carballo, seleccionador nacional, aseguraban que tenían un plan. Un plan que no ha dado ningún fruto. Elena no ha vuelto a competir desde los Juegos. Se perdió la final de la Copa del Mundo -"no estaba en la planificación", decían entonces- y, sobre todo, los Mundiales de noviembre pasado, la gran cita del año gimnástico, por la lesión en el pubis que le ha llevado ahora a la retirada definitiva.
Su vida ha cambiado de forma radical, pero la ya ex gimnasta no lo afronta como un trauma. La edad ayuda. Se ha echado novio -"nada que ver con el deporte"-, con el que vive y que es la razón por la cual ha cambiado su isla por Valladolid, ciudad a la que llegó antes de las Navidades. "Me gusta. Tiene un buen nivel de vida y me estoy adaptando muy bien", afirma.
Con la misma tranquilidad con la que encaró su vida deportiva, Elena se decanta hoy por buscar un trabajo relacionado con el deporte: "Entrenadora o algo así. Pero de base, porque el deporte de alto nivel es muy sacrificado también para los entrenadores".
Asegura que mantiene el contacto con los entrenadores y las compañeras con las que ha compartido media vida, pero se nota que es esporádico. Ahora que su vida no gira en torno a la gimnasia, Elena tiene tiempo para hacer todo lo que antes se le negaba. Y le gusta. ¿La mayor diferencia?: "Antes tenía todos los días organizados. Ahora tengo todo el día vacío y me parece que tiene 48 horas".
La gimnasta Elena Gómez participa hoy en una charla con los lectores de ELPAÍS.es a partir de las 19.00.
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