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Reportaje:ESCAPADAS

La avenida más hermosa de París

Un cabaré, tiendas y restaurantes en un paseo por los bulliciosos Campos Elíseos

Los Campos Elíseos son más que una calle. Se trata de un símbolo imperial y ciudadano del orgullo nacional. Esta larguísima y ancha calle, conocida como "la plus belle avenue du monde", se llamó al principio De las Rejas Reales. Hasta 1694, cuando fue bautizada Champs-Élysées en alusión a la mitología grecolatina ("islas bienaventuradas"), el limbo donde iban a descansar una temporada las almas de los héroes y hombres virtuosos. Allí finaliza cada año el Tour de Francia, desfilan los ejércitos, exhibió Zidane el trofeo de la Copa del Mundo de fútbol, y allí es donde saludan y son aclamados los jefes de Estado recién investidos.

Desde el Arco del Triunfo, corona de la avenida, bajo el cual reposa la Tumba del Soldado Desconocido, se divisan las torres del Louvre y, en ligera pendiente, toda la inmensa calle arbolada hasta el Obelisco tallado en granito rosáceo (procedente del templo egipcio de Luxor) plantado cual enigma sobre la Concordia, la plaza más espléndida de París, haciendo espejo con la Asamblea Nacional, el Estado Mayor de la Marina y el hotel de lujo Crillon, cuyos balcones miran el lugar donde fue decapitado Luis XVI en 1793.

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Todo lo ancho de la alameda, inmuebles del II Imperio y edificios en acero albergan tiendas de modo anacrónico y dispar. Junto a la centenaria y elegante zapatería Weston hay una pequeña hamburguesería McDonald's. Al lado de las líneas rusas Aeroflot (cuyo decorado es aún de la época soviética, sobria y fría) está la pizzería Rome (ambiente mandolín y opereta). Cartier, célebre joyero especializado en diamantes, hace casi esquina con el showroom de Peugeot y sus productos derivados, especie de hangar futurista delirante. Hay, en hilera, salas de baile, cines, tiendas de lujo, hoteles, agencias, macrotiendas, despachos, peluquerías y hasta puestos con chufas y altramuces. Un meltingpot se da cita (sobre todo los fines de semana) y codea, entre pisotones y sonrisas civilizadas, yendo sin parar de arriba abajo.

Puerta a puerta, acera a la izquierda o acera a la derecha, en les Champs cualquier clase social tiene atracciones y escaparates a su gusto. Lo que antes fue el Drugstore (local de libre albedrío que abre en horas locas y nocturnas), se ha convertido en Publicis, un complejo de tiendas burguesas. Limpio y práctico, tiene un surtido completo de prensa internacional, pañuelos de seda, comida para llevar, regalos y sala de exposiciones.

Tés y pastas

A mitad de camino está el cabaré Lido, con sus espectáculos con plumas y atracciones provistas de 660 trajes y 70 artistas, juegos de agua, láser y patinaje artístico sobre hielo, del que se puede disfrutar mientras le sirven a uno la cena. Mercedes Benz, la marca alemana de automóviles, muestra en el escaparate del concesionario su último modelo supersónico, el Classe SLK. A la derecha, un toldo rojo anuncia Fouquet's, un restaurante de categoría (y caro, aunque el entorno suntuoso merece el gasto) y lugar exquisito para tomar un té y pastas.

Un poco más abajo está la inmensa discoteca Queen. Club musical gay importante de la ciudad, y frecuentado. En el carril de la derecha está Disney y sus mil graciosos muñecos y peluches. Más arriba, la tienda Virgin Megastore propone al visitante toda la actualidad discográfica imaginable.

Sin duda, el lugar más original e interesante es La Maison Guerlain. La perfumería, construida por la familia en 1914 en el número 68, conserva todo el estilo aristocrático de la época. Sobre tres pisos, y recientemente redecorada por Andrée Putman y Máxime d'Angeac, nada más rebasar el umbral queda uno impregnado por la fantasía. Probar vaporizaciones y husmear fragancias guía a la clientela por los 600 metros cuadrados y produce un dulce y agradable mareo. El instituto de belleza, abierto en 2005, inaugura, según una responsable, "una nueva filosofía de cuidados estéticos y relajación". Verdad o no, las esencias de Guerlain precipitan enseguida los sentidos hacia paisajes literarios y teatrales, pues, al salir nuevamente a la calle, uno tiene la extraña sensación de haber sido soltado de las manos de un hada.

Al final, cerca del Petit y el Grand Palais, por el lado de los jardines de las Tullerías, no es raro cruzarse con alguna star, personalidades políticas o artísticas extranjeras, volviendo de hacer shopping.

Iluminada por las noches mediante hileras de farolas-candelabros, esta alameda, cuya perspectiva en días despejados es portentosa, complace y atrae a todos los gustos. Un espectáculo urbano, en el que la densidad estética oscila sin cesar entre lo real y ficticio. Quizá por eso, "los Campos Elíseos dan la ilusión de medir kilómetros y kilómetros", como afirma un funcionario del Ayuntamiento, "cuando en realidad no sobrepasan los 1.910 metros". Recomendable es, pues, "al salir a la calle luminosa y alegre", escribía Robert Walser en El paseo, "llevar consigo un estado de ánimo romántico, extravagante, para dar la bienvenida a toda clase de extrañas y peculiares manifestaciones".

Una vista de la avenida de los Campos Elíseos, que une en línea recta el Arco del Triunfo y los jardines de las Tullerías.
Una vista de la avenida de los Campos Elíseos, que une en línea recta el Arco del Triunfo y los jardines de las Tullerías.BRUCE BURKHARDT

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar

- Easyjet (www.easyjet.com) ofrece vuelos ida y vuelta a París desde 135 euros, tasas incluidas.- Iberia (www.iberia.com; 902 40 05 00) tiene vuelos a París ida y vuelta desde 140 euros, tasas incluidas.- Air Europa (www.aireuropa.com; 902 40 15 01) tiene vuelos ida y vuelta a París desde 79 euros, sin tasas.

Información

- Turismo en París (00 33 892 68 30 00; www.parisinfo.com).

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