San José
Aunque la precedieron otras cuatro obras, la presentación en el Palau, por parte de la Sociedad Filarmónica, de la que está considerada como "primera ópera valenciana" (Ópera al Patriarca San Joseph, de José Pradas) centró el interés -interés y sorpresa- de los oyentes que no la conocían. José Pradas (1689-1757) fue un compositor castellonense, maestro de capilla en Algemesí, Castellón de la Plana y en la catedral de Valencia, donde permaneció más de treinta años. Escribió un extenso número de villancicos, contribuyendo a consolidar la forma de lo que se estaba haciendo en España con este género durante aquella época. Aunque con raíces de acervo popular, el villancico del barroco español poco o nada tenía que ver con las canciones navideñas. Su utilización por parte de los compositores de la llamada "música culta" los convierte en un género muy similar a lo que en Europa se llamaba "cantata", y consta, como esta última, de varias partes, aunque la presencia de un fuerte componente rítmico constituya un factor diferencial. La utilización de arias y recitativos, muy frecuente en las obras de Pradas, y la existencia, en este caso, de una trama argumental, dejan a esta partitura en la mismísima puerta de la ópera, máxime cuando en el Barroco cantatas, oratorios y óperas no tuvieron siempre las fronteras muy claras.
Sociedad Filarmónica
Capella Saetabis. Rodrigo Madrid, director. Obras de Morera i Cots, Vidal i Mas y José Pradas Gallén. Palau de la Música. Valencia, 9 de enero de 2006
En el programa de mano, el propio Rodrigo Madrid nos indica que la partitura se encontró incompleta en cuanto a partes e instrumentación, y que optó por componer, ciñéndose al estilo de Pradas, la introducción, varios interludios instrumentales y un coro final. No sabemos hasta qué punto estaba incompleta la instrumentación de los números que sí se encontraron en el Archivo de la Catedral de Valencia. Pero, haya salido de las manos de Pradas, de las de Rodrigo o de ambas, el primer dúo entre San José y el Ángel bastaría para justificar todos los esfuerzos que se han hecho en la recuperación de esta obra, así como para exigir una versión escenificada que, puesta en buenas manos, podría resultar encantadora. Las dudas de José sobre la virginidad de María están expresadas con una plasticidad y una "humanidad" -la música no nos muestra aquí a José como santo, sino como hombre- realmente dramáticas. Antonio Lozano, que tuvo a su cargo ese papel, no andaba muy seguro por la zona aguda, pero supo cargar de emoción este número, y mantener la tensión frente a las respuestas del ángel, muy bien encarnado por el niño soprano Josep Gabalda. Tanto el resto de la obra como las que la precedieron tuvieron un digno nivel de interpretación, pero les faltó -a excepción del dúo citado- ese punto de expresión emocional del que, curiosamente, carecen la mayor parte de conjuntos de nuestra tierra, supuestamente mediterránea y comunicativa. En cualquier caso, fue una música deliciosa para encarnar a este San José tan celoso, pobre, y tan preocupado.
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