El homicida de Correos culpaba a sus colegas de impedirle librar en días de caza
El ex vigilante pretendía acudir los festivos a las cacerías en su pueblo
Manuel Ramírez Torrecilla, el ex vigilante de seguridad que el lunes pasado mató a dos de sus ex compañeros de la sede central de Correos y luego se suicidó, se enfrentó en varias ocasiones con el resto de vigilantes porque quería librar los fines de semana para poder irse de caza a La Adrada (Ávila). Las cacerías eran su obsesión, según señalaron ex compañeros y vecinos del homicida.
"Él sólo quería cazar. Deseaba librar los fines de semana para venir a La Adrada", explicaron en la localidad abulense varios vecinos del homicida. Pero en el cuadrante de la empresa, a Ramírez le solía tocar trabajar por las noches, los fines de semana y los festivos, según algunos de sus ex compañeros. Ramírez se mostraba huraño con el resto y se quejaba de que siempre le tocaban los peores turnos. El resto de los vigilantes, al ver su actitud agresiva, recogieron firmas para pedir su traslado.
El homicida, de 35 años, comenzó a trabajar en Orma Seguridad el pasado 19 de noviembre, pero firmó su baja voluntaria el pasado 27 de diciembre. Previamente, los inspectores de la empresa habían emitido un informe en el que pedían la retirada de Ramírez del servicio por considerarle un individuo conflictivo y manifestar una "falta clara de deontología profesional".
El homicida, además de matar a dos vigilantes, dejó malherida a otra compañera. En su camino por el patio de Correos apuntó a un obrero, pero luego desistió de matarle. Un cuarto vigilante intentó agarrar por detrás a Ramírez, pero éste se voló antes la cabeza.
El fin de semana pasado Manuel Ramírez Torrecilla salió de caza, en una zona cercana a La Adrada (Ávila) conocida como Navalagrulla. Cazó zorzal, liebre y paloma torcal. Paseó con una escopeta del tipo Superpuesta y sin perros. Solo. Tres días después cometió los dos homicidios en el viejo edificio de Correos y se suicidó. Ese día llevaba otra escopeta, una Franchi de repetición.
Cazar y pescar. Esas eran las dos aficiones de Ramírez, que casi siempre hacia solo. Pero, en el caso de la caza, sólo podía hacerlo los fines de semana. "En los dos cotos municipales que hay en La Adrada sólo se puede cazar el fin de semana", explicó ayer Eugenio González, presidente de la Asociación de Cazadores de La Adrada, a la que pertenecía el homicida.
En La Adrada pasaba, siempre que podía, los fines de semana, en el piso de su madre, en la calle de la Iglesuela. Ángeles Torrecilla cogió un buen día a sus tres hijos, Manuel Ramírez y sus dos hermanas, y salió de su pueblo, en Guadalajara, porque la localidad iba a quedar sumergida bajo las aguas de un pantano. Ángeles se instaló entonces en La Adrada, y allí sacó adelante a la familia. Sola. "Limpiaba casas y trabajaba en lo que podía. Se desvivía por su familia. No se volvió a casar, únicamente vivía para y por sus hijos", aseguró Silvia, una vecina.
Pasaron los años y las dos hijas de Ángeles se casaron, la madre se volcó entonces en Manuel. "Salíamos a andar con ella por el campo y si se hacía tarde decía: 'Ay, que me tengo que volver a prepararle la cena a Manolo'", contaron entristecidas varias mujeres de la localidad.
A pescar al pantano
"Normalísimo", "un muchacho muy alegre", "nunca dio ningún problema", "era muy bueno, muy bueno". Los residentes de este pueblo abulense de 2.200 habitantes no encontraban ayer malas palabras para el homicida. La descripción que hicieron de él fue la de un tipo "normal".
"Era más majo que la puñeta", exclamó, bastante emocionado, Luis Bárdenas, un cazador amigo de la destrozada familia.
"No me explico lo que ha pasado. Llevaba mucho tiempo con la asociación y jamás nos dio ningún problema. Él llegaba el viernes tarde de Madrid de trabajar y le gustaba salir a cazar. Y a pescar. Casi siempre salía solo, sólo alguna vez le acompañaban una persona o dos", agregó Eugenio González. De pesca se iba a pantanos por la zona del Valle del Tiétar. Siempre solo.
Ramírez pertenecía desde hace once años a la Asociación de Cazadores de La Adrada. Este grupo está formado por un centenar de aficionados a la caza, muchos de ellos de Madrid. Organizan cuatro monterías al año, pero según su presidente, Eugenio González, el homicida no había participado en ninguna últimamente. Ramírez había ganado además algún trofeo como cazador.
El ex guardia de seguridad adquirió el arma con la que mató a sus dos ex compañeros en 2005."No me explico lo que ha pasado", repetía una y otra vez González.
Los miembros de esta asociación pagan una cuota anual de 120 euros. En el caso del ex vigilante de seguridad, era su madre la que le hacía "todo el papeleo" de la asociación porque él trabajaba en Madrid, según González. Éste contó que la familia del ex guarda de seguridad es muy conocida en La Adrada. Su cuñado, Antonio el Cartucho, tiene un bar irlandés que ayer permanecía cerrado.
Al homicida le conocen como "Manolo, el hijo de Angelines". Las vecinas le recordaron como un chico "muy guapo cuando era muy joven, luego se abandonó". Ramírez las tenía fascinadas, hace unos años, "con su Ford Sierra y sus ojos claros y pestañas largas", contó una vecina treinteañera. "Estaba como un tren. Yo me escondía detrás de la cortina y cuando le veía llegar con su coche le decía a mi madre: '¡Mira, ahí viene el guapito¡'. Al hombre no se le conocía novia ni pandilla tumultuosa de amigos, aunque alguno recordó que hace tiempo salió con "una chavala del pueblo".
"Cuando salía a tomar algo después de cazar, era sin alcohol", agregaron Manuel y Encarni, un matrimonio conocido del ex vigilante de seguridad.
Escolta en el País Vasco
Otra residente en La Adrada agregó que el homicida aseguraba que había trabajado como escolta en el País Vasco y que hacía poco había aprobado un curso para ser guarda de campo. El Boletín Oficial del Estado refleja que Ramírez efectivamente aprobó el curso.
"Se paseaba también con frecuencia por el Ayuntamiento para consultar los boletines oficiales y ver si había trabajo", contó Hilario Gabriel, alcalde de La Adrada, del PSOE. Ramírez se dio de baja en el padrón de La Adrada el 1 de octubre de 2004, según afirmó el regidor.
Javier Cacho, vecino del homicida y cazador, señaló que Manuel Ramírez Torrecilla era una persona "muy cariñosa y a la que le gustaban mucho los animales". Tenía incluso "peces disco", señaló Cacho, que tiene una clínica veterinaria a la que Ramírez acudía para comprar "comida para el pájaro de su madre". "Le vi por última vez el domingo, con su coche", explicó este hombre, que estaba muy afectado por lo ocurrido.
Otra de las aficiones del ex vigilante era cuidar de su coche. "Lo llevaba siempre muy limpio, le encantaba cuidarlo, estaba todo el día hablando de coches", explicó Silvia, la mujer de Javier Cacho.
El día que cometió los asesinatos, Ramírez llegó hasta la sede central de Correos en un vehículo de sustitución del taller, un Renault Megane Scenic plateado. Su vehículo habitual era de un modelo similar, pero de color azul.
Está previsto que los restos mortales de Manuel Ramírez reposen, según los vecinos consultados, en el cementerio del pueblo donde pasó la mayor parte de su vida.
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