Un imán que no se integró
La vida del imán de Vilanova i la Geltrú, Mohamed Samaddi, se reducía a "su casa, el Corán y el rezo", explican sus compatriotas. Alto, delgado, con la cara chupada y una corta barba, llegó a la ciudad hace casi cuatro años procedente de Tánger. Pese a su juventud -tiene 34 años-, fue nombrado responsable de una de las dos mezquitas.
Al contrario que otros compatriotas de edad similar, apenas salía de casa si no era para cumplir con las obligaciones de su cargo religioso, basadas en acudir a la mezquita a las cinco de la mañana, a las 13.00 y a las 20.30, horas en las que la comunidad musulmana se juntaba para rezar. "Es muy cerrado, no se relacionaba con nadie de aquí", afirman Yousef Amidi y Ridowan el Harrak, que acuden a menudo al templo y que ayer fueron a la carnicería que hay junto a la mezquita para comprar un cordero con el que celebrar la fiesta del sacrificio, la tercera en la jerarquía islámica.
Prueba de la escasa integración de Samaddi, indicó el propietario de la carnicería y conocido del imán, es que éste no hablaba castellano. Aun así, sus compatriotas lo describen como cordial y "aparentemente buena persona", y ayer expresaban su sorpresa de que hubiera sido detenido por participar en actividades relacionadas con el terrorismo.
Samaddi llegó sin familia y durante los más de tres años que pasó en Vilanova i la Geltrú no se le conoció ninguna relación. "No tenía papeles. Trabajó primero en unas obras y hace dos años consiguió regularizarse", comenta Amidi. En los últimos meses acudía muy a menudo al piso de otro detenido, allí donde fueron capturados ambos.
El alcalde de Vilanova, Joan Ignasi Elena, subrayó ayer que el imán no era miembro del Consejo Islámico de Cataluña ni de las asociaciones musulmanas del municipio que participan de la vida social, algo que, a juicio de Elena, quien dijo que no lo conocía, "es indicativo" de su personalidad.
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