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Reportaje:ECONOMÍA

De la OPA de Endesa y otras convulsiones

Ha sido 2005 un año en el que se cuestionó la solidez de algunas piezas esenciales en la conformación institucional del sistema económico español. Grandes empresas, mercados de capitales, entidades financieras, e incluso instituciones reguladoras y supervisoras, han estado en el centro de algunas convulsiones, la más importante de ellas, la oferta pública de adquisición (OPA) que lanzó Gas Natural sobre Endesa el pasado octubre. Las consecuencias potenciales de esa operación, de la conducción de la misma y de las pretensiones por inscribirla en el debate político, la convierten en un caso muy útil para identificar algunas de las singularidades y limitaciones de nuestro sistema económico. La naturaleza hostil de la misma, en un sector energético relativamente concentrado, con amplia incidencia en los mercados de capitales y no menos relevante participación del sistema bancario, ha determinado el ejercicio de funciones, aunque previstas, poco habituales de las instituciones supervisoras (Comisión Nacional del Mercado de Valores, Comisión de la Energía, Tribunal de Defensa de la Competencia), así como la atención preferente de otras indirectamente interesadas, como el propio Banco de España.

Las cajas de ahorro han competido en igualdad de condiciones con los bancos privados y han mostrado una eficiencia y resultados iguales o mejores

Tipos extremos

Ese tipo de operaciones, su hostilidad y la posibilidad de que a través de las mismas pueda articularse un mercado de control corporativo, es uno de los criterios que sirven para diferenciar dos tipos extremos de sistemas financieros que pueden identificarse en el seno de las economías avanzadas: los basados fundamentalmente en los mercados de capitales, frente a los que descansan sobre los bancos. El nuestro se encuentra más cerca de estos últimos, con los intermediarios bancarios ocupando la posición central del sistema, no sólo por lo que hace a la distribución de financiación, sino, lo que ahora más nos interesa, al ejercicio de ese control corporativo, así como en la transmisión del mismo a través de operaciones de compra-venta de empresas o partes de las mismas, casi nunca hostiles. Al igual que ocurre en Japón o Alemania, los dos casos más emblemáticos de ese tipo de sistemas, las OPA hostiles son legalmente posibles, pero muy poco frecuentes y menos aún exitosas. También en nuestro país, los intermediarios financieros bancarios (bancos y cajas de ahorros, fundamentalmente) suelen ser quienes mantienen las posiciones de control más estables en las grandes empresas del país, haciendo difícil esa fluidez en la transmisión del control de las compañías que se verifica en las economías basadas en los mercados de capitales. Los defensores de este modelo sugieren que el control que ejercen los bancos viene a desempeñar un papel similar al escrutinio que ejercen los mercados de capitales con el fin de disciplinar a los gestores empresariales en el modelo alternativo, que tiene a Estados Unidos y Reino Unido como las principales referencias.

En España concurre una circunstancia adicional que refuerza la ubicación del sistema económico y financiero en el modelo continental: la creciente importancia relativa que han cobrado las cajas de ahorros. Unas empresas financieras que, sin estar amparadas en la propiedad privada de sus recursos propios, han sido capaces de competir en igualdad de condiciones con los bancos privados, obteniendo niveles de eficiencia, resultados medios y grados de solvencia iguales o mejores. La participación de las dos cajas de mayor dimensión como accionistas de referencia de cada uno de los grupos empresariales en liza en esa OPA -Caixa de Pensiones en Gas Natural y Caja de Madrid en Endesa- ha incorporado una complejidad adicional a esa operación. De forma oportunista se ha aprovechado para cuestionar el papel de esas entidades financieras, sugiriendo directamente en algunos casos la eliminación de su singularidad jurídica y su reflejo en las no menos particulares relaciones entre propiedad y control que las presiden.

Más oportunidades

No se agotaron ahí las oportunidades que ofreció el pasado año para verificar algunos de los rasgos del capitalismo español. El ruido político circunstancial, la facilidad para tratar de forzar esa potencial reordenación del sector energético, con la interinidad abierta por la discusión del Estatuto catalán, completa ese panorama. Muy distinto, por ejemplo, al vigente en el Reino Unido, donde se concretaron parcialmente dos destacadas operaciones de internacionalización de empresas españolas mediante las adquisiciones de empresas, Abbey y O2, en sectores considerados sensibles, sobre las que el Gobierno de aquel país no mostró la más mínima intervención.

Ricardo Fornesa (izquierda), presidente de La Caixa, con Manuel Pizarro, presidente de Endesa, en junio de 2004.
Ricardo Fornesa (izquierda), presidente de La Caixa, con Manuel Pizarro, presidente de Endesa, en junio de 2004.BERNARDO PÉREZ

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