Un vino dulce barroco y sensual
La Axarquía malagueña, de entraña pizarrosa, seca y empinada, dormita en un peligroso sueño de pasadas grandezas, mientras el viñedo de la aromática moscatel de Alejandría agoniza bajo el aplastante peso de la imparable plaga urbanística y la desidia. Ha hecho falta que vinieran gentes de otras tierras para que despertara, y sorprendiera a la crítica con su bostezo aromático. Primero fue Telmo Rodríguez y su impresionante Molino Real, deslumbrado por la soberbia maduración de la uva en una zona de tierra dura pero clima benigno; y ahora es un entrañable matrimonio holandés formado por Clara Verheij y André Both, que con este prodigioso Ariyanas 2004 confirma y rubrica las grandes posibilidades de esta tierra privilegiada, cuyo destino inequívoco son los dulces de máxima calidad.
Ariyanas 2004
Bentomiz. Andalucía, 6. 29754 Cómpeta (Málaga). Teléfono 952 55 36 66.
Tipo: blanco naturalmente dulce, 13%. Cepas: moscatel de Alejandría. Consumo preferente: largo plazo. Temperatura de servicio:
10 grados. Precio: 20 euros.
Puntuación: 9/10.
Claro que nada es fácil en la Axarquía y sus sierras de ladera imposible, donde la presencia árabe sigue latente en la delicada sensualidad que todo lo envuelve. Y el vino no podía ser menos.
Aconsejo un previo jarreado para que el vino despeje sus iniciales timideces y se ofrezca en toda la plenitud olfativa. Entonces, el aroma muestra la fragancia compleja y armoniosa de un jardín donde la flor juega con el seto de hierbas, y la fruta cítrica se pasifica en la cálida piedra.
Hay que tener calma y olerlo como si paseásemos por este paisaje de perfumes barrocos. Y luego beber despacio, a pequeños sorbos, porque su concentración de golosina amielada necesita tiempo para desarrollar toda la gama de sensaciones gustativas, donde se funden la frescura exótica y la untuosidad cálida. El largo regusto final, como en Las mil y una noches, te devuelve al principio.
Una maravilla a la que sólo echo a faltar un punto más de sutileza. Seguro que llegará.
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