Excelente cosecha británica
La adjudicación del Nobel de Literatura 2005 al londinense Harold Pinter fue el colofón de una excelente cosecha en la narrativa británica. Autores consagrados, emergentes y primerizos elevaron este año el nivel de creatividad hasta el punto de que el jurado del Premio Booker declaró que se hubieran podido elaborar dos listados de finalistas a partir de las obras revisadas. Casualmente fue el irlandés John Banville quien se alzó con el galardón con The sea.
Ian McEwan, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro y Salman Rushdie, portavoces de la generación de novelistas británicos con mayor proyección internacional, publicaron nuevos trabajos a lo largo del año. Zadie Smith, la revelación de 2000 con White teeth, tejió otro entrañable enredo de relaciones familiares en On beauty.
El debutante Alexander Masters demuestra en su galardonado Stuart: A life backwards por qué la biografía es un género tan popular en el Reino Unido. Otro texto biográfico, Boy A, de Jonathan Trigell, se adjudicó el prestigioso Premio John Llewellyn Rhys para autores británicos y de la Commonwealth menores de 35 años. La buena cosecha también se extendió a los novelistas comerciales como J. K. Rowling, que logró su sexto superventas.
Pero quizá sean los lectores quienes se hayan llevado el máximo galardón de 2005. Con protestas y quejas frenaron o al menos retrasaron el intento de absorción de la respetada cadena de librerías Ottakar por el supergrupo HMV. La operación, de seguir en marcha, será investigada por la autoridad británica en competencia comercial.
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