Ciudadano Krahe
¿Era posible un mejor plan para la noche del Día de los Inocentes que ir a ver actuar en directo a este defensor del placer en sus acepciones más extensas? Cuando está a punto de aparecer en el mercado discográfico otra obra magna a cargo de este insigne satírico -un disco que llevará por sugestivo título Cinturón negro de karaoke-, el ciudadano Krahe regresó a las tablas para encontrarse con su público en fechas tan señaladas y poner, de paso, algo de acíbar en la almibarada dieta de las fiestas madrileñas.
Bien que lo logró entre, quizá, los últimos cigarrillos de los que pueda disfrutar dentro de una sala de conciertos. Porque, en cuanto entre de lleno la dichosa ley antitabaco, ¿qué va a ser de este artista que divide la vida en los intervalos de tiempo que hay entre encender, disfrutar, apagar un cigarrillo y vuelta a empezar? Porque Krahe es muy capaz de iniciar una nueva carrera como cantante en exclusiva de parques y jardines.
Javier Krahe
Javier Krahe (voz), Javier López de Guereña (guitarra y coros) y Fernando Anguita (contrabajo y coros). Sala Galileo Galilei. Madrid, 28 de diciembre.
Anteanoche, armado de cuantos cigarrillos pudo fumarse en hora y pico, de un inseparable amigo en vaso largo y dos compinches musicales que acompañan sus andanzas musicales desde los orígenes de los tiempos, Krahe volvió a deleitar a una audiencia entregada y a sorprender a quienes, que los había, no conocían demasiado el personaje y lo que es capaz de dar de sí. El repertorio incluyó perlas de la Kraheología toda: Ulises, Paréntesis, La Yeti, Costa suiza, Vecindario, AVE, Elena e Irene, Antípodas, Zozobras completas, Piero della Francesca o Ron de caña. Krahe hizo hasta trilogías de canciones en claves filosóficas, médicas, geométricas... Asimismo, tuvo a bien el artista desempolvar algunas de las joyas de los tiempos en la sala La Mandrágora -Villatripas-, y las combinó con habilidad con temas nuevos tan, a priori, atractivos como No todo va a ser follar, que ilustra a la perfección el "no están maduras" de los maduros.
Con una paradiña entremedias para repostar, firmar autógrafos y hacerse fotos junto a incondicionales, Krahe fue capaz de sacar varias toneladas de carcajadas de un público que lo estaba deseando, a base de canciones de humor afilado y presentaciones de dichas canciones a la altura en cuanto a lúcido sentido del humor. Puede decirse que con el ciudadano Krahe funcionando la Navidad deprime menos, y eso, sin tener que gastar un euro, es todo un logro.
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