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Reportaje:LA ENCUESTA DE EL PAÍS | Los mejores de 2005

Casi todo sobre ruedas

Los deportistas españoles eligen a Armstrong, Alonso y Nadal como los más grandes del año

Santiago Segurola

Lance Armstrong cerró su extraordinaria trayectoria profesional con la conquista de su séptimo Tour, hazaña que no ha pasado desapercibida para la gente del deporte en España. Armstrong ha sido designado personaje del año en la encuesta anual de EL PAÍS. La elección tiene un valor especial porque se produce en un año turbulento para el ciclismo. La temporada se cerró con la noticia del positivo de Roberto Heras en la Vuelta y con los coletazos del caso Armstrong. Poco después de lograr un nuevo éxito en el Tour, el diario L'Equipe publicó que el ciclista estadounidense había utilizado EPO en la edición de 1999. En aquellos días, dicha droga resultaba indetectable. La acusación produjo conmoción en el mundo del deporte. Armstrong, que jamás ha dado positivo durante su larga carrera, negó la veracidad de la información, pero su nombre quedó unido a los incesantes escándalos que se producen en el ciclismo. Sin embargo, los deportistas españoles han decidido ver en Armstrong al héroe de las siete victorias en el Tour y al hombre que superó un gravísimo cáncer para convertirse en uno de los campeones más grandes que ha dado el ciclismo.

La elección de Armstrong tiene un valor especial, pues se da en tiempos turbulentos en el ciclismo

El año ha ido sobre ruedas. Al reconocimiento a Armstrong se ha unido la inevitable designación de Fernando Alonso como deportista español de la temporada. Alonso ha reunido toda clase de méritos. Con 24 años, es el vencedor más joven del Mundial de fórmula 1, con una particularidad añadida: es el piloto que ha acabado con la hegemonía de Michael Schumacher y la escudería Ferrari. Su impacto ha sido tremendo en España. Las actuaciones de Alonso han provocado un fenómeno desconocido en un deporte que jamás había alcanzado un seguimiento masivo. España no era Italia, Francia, Alemania o Reino Unido, naciones donde la leyenda de pilotos y escuderías vienen de antiguo. Para España ha supuesto una novedad tan sociológica como deportiva. El éxito de Alonso es la coronación del progreso del deporte español, un erial apenas hace 30 años y ahora uno de los más pujantes de Europa. Millones de telespectadores han seguido carrera a carrera el clínico trabajo del asturiano en los circuitos. Ganó donde debía ganar y casi nunca cedió un punto donde no debía cederlos. Esa mezcla de clase, precisión y dominio de la escena no suele ser propia de los pilotos jóvenes. Pero el caso de Alonso es diferente. Es más que un gran piloto. Es un elegido de la F-1.

Tampoco había dudas sobre la revelación del año. El trallazo popular de Rafael Nadal comenzó a gestarse en diciembre de 2004, en la memorable victoria sobre Estados Unidos en la final de la Copa Davis. Nadal ganó a Andy Roddick en un partido que descubrió un nuevo fenómeno del tenis. Un año después es una de las grandes estrellas del circuito mundial. Conquistó Roland Garros después de derrotar al suizo Roger Federer en las semifinales y de soportar perfectamente la presión mediática. El tenis no sólo necesitaba una renovación. Exigía alguien con carisma, alguien capaz de ofrecer algo diferente en un circuito donde lo mecánico prevalecía sobre lo brillante, alguien capaz de inquietar al fenomenal Federer. Ese tenista ha sido Nadal, que no encuentra límites a su ambición. Es el último de la saga de magníficos tenistas españoles en pistas de tierra, pero quizá el único que ha decidido atreverse con todas las superficies. Si lo consigue o no, comenzará a verse dentro de dos semanas en el Open de Australia.

Armstrong bromea mostrando ocho dedos al ganar su séptimo Tour, y Nadal celebra un punto en la final de Roland Garros.
Armstrong bromea mostrando ocho dedos al ganar su séptimo Tour, y Nadal celebra un punto en la final de Roland Garros.REUTERS
Alonso tras proclamarse campeón del mundo.
Alonso tras proclamarse campeón del mundo.EFE

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