_
_
_
_
Tribuna:OPINIÓN | Apuntes
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las migraciones en la sociedad globalizada

Desde que los seres humanos hicieran su aparición en la tierra, las migraciones han representado un fenómeno característico de su propia evolución y han formado parte constitutiva de la cultura, del proceso civilizador. Por un lado, el Homo sapiens sapiens -nuestro más directo antecesor- es el resultado tanto de una larga cadena evolutiva de las especies y del planeta como de los numerosos intercambios genéticos producidos por los sucesivos desplazamientos de poblaciones que, desde las gargantas de Olduvai (al parecer el espacio seminal del nacimiento de lo humano), se distribuyeron primero por África y después por Asia, por Europa, por América y por Oceanía.

Y, por otro lado, ¿acaso podríamos comprender las civilizaciones antiguas griega, etrusca, romana, tracia, germana, india e irania sin las invasiones de los pueblos indoarios, América sin el "descubrimiento" de Colón o Estados Unidos sin los aportes humanos africanos, europeos, asiáticos y suramericanos?, ¿Hubiera progresado del mismo modo la economía -y con ella la cultura y la sociedad- vasca o catalana, francesa, alemana o inglesa sin las migraciones laborales de los siglos XIX y XX? En definitiva, no está de más que recordemos que el hombre ha evolucionado hasta convertirse en lo que es hoy y se ha desarrollado social y culturalmente porque ha migrado.

Más información
Más de 2.450.000 vidas en manos de la trata

Sin embargo, las coordenadas espacio-temporales y socio-culturales de los fenómenos migratorios son en la actualidad sensiblemente diferentes. Primero porque, aunque se producen en el espacio, ya no tienen a éste como marco principal -como ocurría en la antigüedad cuando estaban motivados fundamentalmente por las transformaciones climáticas y geográficas de la Tierra o por la búsqueda de nuevas tierras de cultivo y de pasto- sino al tiempo. En efecto, nos encontramos en un mundo en devenir en el que prevalece el tiempo sobre el espacio (ya lo advirtió Kant en el siglo XVIII), en el que los viajes incesantes y la rápida sucesión de acontecimientos y de noticias marcan nuestra vida cotidiana y en el que fluidamente transitan múltiples flujos informativos, financieros, económicos, políticos, religiosos, armamentísticos y culturales.

Estamos, por ello, obligados a pensar el cambio puro (Hegel), es decir, a tomar conciencia de que ya no es la persecución de la estabilidad sino el cambio el que domina las dinámicas sociales y culturales. Y es precisamente en este contexto en el que se desenvuelven las actuales migraciones que son, al mismo tiempo, una causa y un efecto de tal contexto, o sea, el fruto de esa dinámica de cambio y también impulsoras de hondas variaciones en las estructuras sociales y culturales.

En segundo lugar, las migraciones ya no son lo que eran en el pasado porque ahora se insertan en el paradójico proceso general de globalización-localización que está trayendo aparejado la alteración de las funciones tradicionales de los Estados-Nación, por abajo, porque redistribuyen sus competencias con los entes locales y, por arriba, porque ceden parte de su poder a organismos supranacionales.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Es éste, por tanto, un mundo que aspira a ser global pero que se resiste a perder la identidad de lo local; un mundo en el que los problemas planetarios económicos, ecológicos, demográficos, sanitarios y alimenticios y en el que los conflictos armados étnicos, religiosos y culturales generales no pueden ser gestionados desde lo local; un mundo, finalmente, en el que los asuntos más cercanos de los ciudadanos ya no pueden ser abordados con éxito por los entes estatales. Se explica, así, que la identidad cultural se haya convertido en una necesidad y también en un problema, que la cultura aspire a la unidad y se manifieste en la diversidad y que quede planteada la profunda cuestión ética de considerar a los inmigrantes como extranjeros en un mundo que, teóricamente, debería derribar todas las fronteras.

Éstas son precisamente las dos coordenadas, espacio-temporales y socio-culturales, que han constituido el foro de discusión básico del Seminario Las Migraciones en la Sociedad Globalizada que han organizado en Alicante el Departamento de Sociología I y Teoría de la Educación de la Universidad de Alicante y el Grupo de Investigación Entre la Soledad y el Coraje. Cultura, Mujer e Inmigración en la Comunidad Valenciana.

En él, se han tratado temas relacionados con las migraciones tan diversos y al mismo tiempo específicos como la diversidad cultural, la salud, el trabajo, la inserción urbana, las minorías étnicas, el rol de las mujeres, las necesidades sociales básicas o las políticas en los contextos español e internacional. Y todos ellos han puesto sobre el tapete la difícil encrucijada en la que nos encontramos puesto que, si bien es verdad que en muchos aspectos la globalización está afectando a nuestras vidas cotidianas -los problemas climáticos generalizados, la deslocalización de las empresas, la utilización de Internet, la homogeneización del ocio y del consumo, etcétera-, todavía no se ha alcanzado una sociedad plenamente globalizada capaz de asumir todos los retos y las oportunidades que suponen las migraciones.

Juan Antonio Roche Cárcel es Profesor Titular de Sociología de la Cultura y de las Artes, Universidad de Alicante.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_