El CCCB alerta del peligro de brecha social entre el sur y el norte del Raval
El barrio mantiene muchas deficiencias en equipamientos sociales para el barrio
La transformación del barrio barcelonés del Raval en los últimos 20 años ha sido positiva a grandes rasgos ya que ha reducido su densidad, ha ganado espacios públicos y también ha mejorado la habitabilidad de parte de sus edificios, pero estos avances han sido desiguales en función de las zonas. Mientras que su parte norte, concretamente alrededor de la plaça dels Àngels y su concentración de equipamientos culturales, se ha revitalizado de modo evidente con la instalación de nuevos comercios y la llegada de residentes de cierta capacidad adquisitiva, en el sur, y en especial en la zona que va de la Rambla del Raval hacia el Paral.lel o las rondas, la situación es muy parecida a como era hace una década o incluso se ha agravado.
Son algunas conclusiones que se extraen del estudio Del Xino al Raval. Cultura i transformació social a la Barcelona central, dirigido por Joan Subirats y Joaquim Rius por encargo del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, que quería tener "una reflexión un poco objetiva" sobre el impacto que los nuevos equipamientos culturales han tenido en la zona, indicó ayer Josep Ramoneda, director del centro.
"El balance es positivo, pero sigue habiendo incertidumbres acerca de hacia dónde se inclinará la balanza, porque el proceso de transformación no se ha acabado", dijo Joan Subirats, director del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad de Barcelona. La fuerte inversión pública -1.215 millones de euros entre 1988 y 2001- ha sido un factor de cambio, pero los planes iniciales se han visto superados por dos fenómenos imprevistos. Uno es la presión inmobiliaria, que ha sido muy fuerte en la zona hasta el punto de que, según los datos que maneja el estudio, el precio del alquiler por metro cuadrado (10 euros en 2003) es más alto que la media del resto de la ciudad. Otro ha sido la avalancha emigratoria -la mitad de los residentes son extranjeros-, que ha supuesto que el Raval recuperara su tradición de "barrio refugio" y que volvieran a ponerse en el mercado viviendas sin las condiciones mínimas de habitabilidad con la consiguiente marginalización de esta población.
Así, el estudio señala que el Raval es a un tiempo un barrio cool y un barrio marginal sin que el objetivo inicial de normalizarlo en relación con el resto de la ciudad se haya conseguido. Lo que sí dejó claro Subirats es que, de momento, no hay guetos. "El Raval es muy diverso y sigue habiendo mucha mezcla. De hecho, como dice el antropólogo Manuel Delgado, en Barcelona el único gueto, en cuanto a sector étnica y socialmente compacto y asilado, está en Pedralbes"."El Raval ha tenido transformaciones provocadas, otras imprevistas, unas acabadas y otras aún en proceso", señaló ayer Subirats. Entre las primeras figura esta gran inversión pública, la mitad de la cual ha corrido a cargo del Ayuntamiento de Barcelona de forma directa o indirecta, para transformar el tejido urbano y renovar el parque de viviendas. Una parte importante de la inversión, 430 millones de euros, se ha destinado a equipamientos culturales de ciudad, es decir, de interés nacional, mientras que la inversión en equipamientos de barrio la inversión ha sido muy inferior (104 millones de euros). "Habría que insistir ahora más en estos equipamientos básicos", indicó ayer Josep Ramoneda. "Las escuelas del Raval tienen unos problemas mayores que las de otras zonas y requieren más esfuerzo e inversión. También hay que actuar en el refuerzo de los equipamientos sanitarios además de en la mejora del espacio público".
Estos centros culturales de alcance ciudadano o nacional -Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), Fomento de las Artes Decorativas (FAD), la facultad de periodismo de la Ramon Llull y la futura Facultad de Geografia e Historia que el próximo año situará a unos 6.000 estudiantes en la zona- están situados en su amplia mayoría alrededor de la plaza dels Àngels, que es también la zona en la que más se aprecian las transformaciones del barrio. En el estudio se lo define como un cluster cultural que atrae a unos 700.000 visitantes al año y que, tras el Museo Picasso, es el más visitado de la ciudad.
Este nuevo público ha atraído hacia la zona a profesionales, comercios y pequeñas empresas relacionadas en gran parte con el sector cultural que, según el estudio, constituía una parte muy importante de las actividades económicas del barrio. Este cluster también ha introducido en el barrio un tipo de comercio que el estudio denomina modernillos, de los que se han advertido unos 150 hasta julio de 2004 y que incluye desde restaurantes y bares a galerías de arte, tiendas de música o moda pasando por estudios de diseño.
El informe agrega que "se trata de establecimientos dirigidos a consumidores de un nivel adquisitivo mucho más alto que el de la mayoría de la población del Raval"; además, se sitúan en su mayor parte en la zona noreste, si bien en los últimos años se han ido desplazando un poco hacia el oeste, superando la frontera de la calle de Joaquín Costa, y también van avanzando de manera más lenta hacia el sureste en la zona de la Rambla del Raval. Como en otros ámbitos, la zona suroeste es la menos afectada por esta transformación.
La presencia de estos nuevos comercios, sin embargo, no ha llegado a expulsar por completo a los residentes autóctonos. Subirats afirma que en el Raval no existe de momento un proceso de gentrificación (sustitución de la población autóctona con menos recursos por las clases medias o altas) como ha sucedido en el barrio de la Ribera. Aunque, indicó, es un peligro que planea sobre el barrio.
Para los vecinos, la situación es más clara. Nuria Paricio, presidenta de la asociación Tot Raval (www.totraval.org), consideró muy ajustado el informe encargado por el CCCB y dijo que según los estudios de la asociación centrados sólo sobre el comercio, "está claro que hay dos Ravals, el del sur y el del norte, y la diferencia la marca precisamente este cluster cultural". En el sur, indicó, se concentra la mayor parte del comercio de proximidad, "y en un 35% está en manos de inmigrantes frente al 10% de la zona norte". Paricio reclamó más equipamientos familiares, como espacios deportivos o parques infantiles, y reivindicó el fuerte tejido asociativo del barrio.
Alexandre Grimal, de la asociación Taula del Raval, insistió en la incertidumbre que planea sobre el barrio y denunció el continuo mobbing que sufren los residentes y la espectacular subida de precios de la vivienda, que ha obligado a muchos trabajadores a tener que trasladarse. Subirats insistió en que sigue siendo uno de los barrios con más problemas y peores condiciones de vida de la ciudad aunque, insistió, la presión inmobiliaria es similar a la que viven otras zonas.
En el estudio se ofrecen también muchos datos al respecto. En toda Ciutat Vella, desde 1980 hasta 2002 se expropiaron y demolieron unos 500 edificios que reunían unas 4.200 viviendas. Las administraciones públicas han construido 1.245 viviendas en la zona sobre un total de 2.725 y la inversión privada destinada a la rehabilitación de edificios entre 1988 y 2002 fue de 200 millones de euros. En conjunto, casi la mitad de los edificios del barrio han sido rehabilitados, con una ligera diferencia a favor del norte (49%) respecto a la zona sur (40,8%).
Los precios, esto sí, han aumentado de forma considerable. Además del alto precio del alquiler, también el mercado de la venta de pisos ha crecido, aunque aquí se aprecia que el precio del metro cuadrado del suelo es ligeramente inferior al del conjunto de la ciudad. Con todo, el coste de un piso se ha triplicado en 10 años y ha sufrido una subida relativa mayor que el conjunto de Barcelona. El estudio indica que el precio medio de un piso de segunda mano en el Raval es de 201.000 euros y la superficie media, de 56,3 metros cuadrados, cantidades difíciles de asumir por muchos residentes. Y es que el Raval, y éste es otro indicador, concentra buena parte de las ayudas sociales que se conceden en la ciudad dado su alto nivel de pobreza. Y, como siempre, más en el sur que en el norte.
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