Videoarte sin fronteras
América Latina sigue siendo un continente -o dos, si se mira bien- hecho todavía de colapsos incalculables, malentendidos y desencuentros históricos recurrentes que hoy tiende, sin embargo, a reencontrarse en puntos como los de una cierta predilección de sus artistas más radicales por las artes electrónicas y sobre todo por el vídeo, que les dan posibilidades de acción, investigación y comunicación más potentes y eficaces que las puestas a su disposición por artes más tradicionales, incluidas el cine y la fotografía. Ésa es por lo menos la impresión que deja el visionado del ciclo de videoarte latinoamericano titulado Videografías in(visibles) y resultado de la colaboración entre la Fundación ATA de Lima, Perú, el Museo Patio Herreriano de Valladolid y el CAAM de las Palmas de Gran Canaria. Los cerca de sesenta proyectos incluidos en el mismo nos hablan de las ambiciones, los deseos y hasta las fantasías de una generación de nuevos creadores latinoamericanos interesados tanto en conectarse y en dialogar con sus pares de América y del resto del mundo como en aprovechar las posibilidades de este medio tan fértil y fluido para interrogar y exponer la trama verdaderamente conflictiva de los contextos sociales, políticos y culturales en los que cada uno de ellos se haya inserto.
VIDEOGRAFÍAS IN(VISIBLES)
Museo Patio Herreriano.
Jorge Guillén, 6. Valladolid
Hasta el 14 de diciembre
El resultado de conjunto es
sin embargo de una heterogeneidad tendencialmente ingobernable, y para ofrecer una muestra de alguna manera representativa de la misma Jorge Villacorta y José Carlos Mariátegui -los comisarios del proyecto- han articulado su particular selección de obras en torno a cinco modulaciones que son otros tantos capítulos: Música para los ojos, Ejercicios contra el olvido, Cine impuro, Hábitat (Medial) e Imaginario actuado. Desde luego se agradece el esfuerzo de ambos por establecer unos mínimos de legibilidad y más si lo han hecho pensando en favorecer el encuentro del público español con obras que a este último puede resultarle en muchos casos incomprensibles. Pero aun así, hay que tomarse esta clasificación cum grano salis, tanto por lo que tienen de inciertas y porosas las fronteras que separan un capítulo de otro como por el hecho de que en el seno de todos ellos gravitan las preocupaciones recurrentes y a la vez difusas de los artistas elegidos por la fusión de géneros, el impacto arrollador de los media en la vida común, la expansión y a la vez el colapso de las grandes ciudades y los inquietantes desafíos planteados a la memoria y a la identidad colectivas tanto por las dictaduras civiles y militares y sus correspondientes guerras sucias como por sus empecinadas y ominosas secuelas. Eso sin olvidar -y menos en este caso- los traumas causados no por la cara sino por la cruz de la globalización.
Pero no teman. No todo lo que se ofrece en el ciclo es problemático o patético. Y para probarlo basta citar el refinamiento formal de obras como la del brasileño Marcellus, o de sus compatriotas Ángela Detánico y Rafael Laín. O la ironía y el humor que dominan la del uruguayo Mario Sastre. Y hay más ejemplos.
La muestra se podrá ver en el CAAM de las Palmas de Gran Canaria de enero a febrero de 2006.
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