Cuiña deja vía libre al candidato de Rajoy en la sucesión de Fraga
La mayoría del PP gallego propugna una lista única para el congreso
El sector rural del PP gallego, ferozmente enfrentado durante años a la dirección nacional del partido, firmó ayer la capitulación. El principal dirigente de ese grupo, Xosé Cuiña, ha retirado su candidatura para suceder a Manuel Fraga en el liderazgo del partido, después de perder el apoyo de su más estrecho aliado, el presidente del PP de Ourense, José Luis Baltar. En una pirueta impensable hace unos meses, Baltar anunció ayer que respaldará en el congreso de enero al candidato oficialista, el ex vicepresidente de la Xunta Alberto Núñez Feijoo.
Con el apoyo de Baltar, Núñez Feijoo, de 44 años, tiene garantizado el triunfo en el congreso y su elección como presidente del PP gallego. Feijoo negociará en los próximos días la integración en su candidatura del otro aspirante a suceder a Fraga que aún se mantiene en la pugna, el también ex vicepresidente de la Xunta y líder del partido en Lugo, Xosé Manuel Barreiro. La inmensa mayoría de los dirigentes del PP gallego da por hecho un acuerdo inminente y que Barreiro será el secretario general en una ejecutiva presidida por Feijoo.
Cuiña, ex secretario regional del partido y delfín de Fraga durante casi 15 años, se mantiene en silencio desde que la pasada semana sufriese una inapelable derrota en la elección de los 2.150 compromisarios al congreso. El pasado lunes se entrevistó con Baltar, quien asumió ayer el encargo de anunciar la retirada de Cuiña, su íntimo amigo y aliado en la facción ruralista y regionalista del partido, enfrentada a la dirección nacional por su acérrima defensa de la autonomía de la organización gallega. "Pepe Cuiña no va a presentar batalla", declaró Baltar. "Y a mí me ha liberado del compromiso que tenía de apoyarle en la carrera por la sucesión de Fraga".
Durante la pasada campaña electoral autonómica, Cuiña había anunciado que pelearía al máximo por hacerse con el poder. "Prefiero morir en la arena luchando como un gladiador que envejecer de pasividad en las gradas", afirmó.
En octubre del año pasado, Baltar estuvo a punto de hacer estallar el PP gallego con la amenaza de abandonar el partido si no se respetaba su autonomía territorial. El conato de escisión se frenó después de que Fraga prometiese a Baltar que no habría interferencias externas en su feudo de Ourense. En las elecciones de junio, Baltar excluyó a Feijoo, natural de Ourense, por su cercanía política a Rajoy. El entonces vicepresidente tuvo que buscar acomodo como cabeza de lista por Pontevedra.
Baltar era el principal valedor de Cuiña en sus aspiraciones de sustituir a Fraga y refundar el PP regional "en clave galleguista". Pero hace unos días, antes de la elección de compromisarios, ya avisó públicamente al antiguo delfín de Fraga de que sólo lo respaldaría con los votos de Ourense si Cuiña lograba al menos igualar las fuerzas con Feijoo en su propia circunscripción, Pontevedra. "El PP de Ourense sólo puede apostar por un candidato ganador", alegó entonces el presidente del partido y de la Diputación de esa provincia. En las últimas semanas, Baltar, según informaron varios dirigentes del partido, había mantenido discretas conversaciones con Feijoo y con el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, quien trataba de evitar que la sucesión de Fraga desembocase en un encarnizado conflicto interno.
La elección de los compromisarios deparó un rotundo triunfo de Feijoo en Pontevedra. Y Baltar decidió dejar en la estacada a Cuiña ante la certeza de que a su candidatura "no se le ve salida", según afirmó ayer. Baltar apela ahora a la condición de orensano de Núñez Feijoo para justificar el apoyo de los 500 delegados de la provincia que profesan a su presidente una estricta obediencia personal.
El congreso será un simple trámite, ya que el otro candidato en liza, Xosé Manuel Barreiro, está abocado a negociar su integración en una candidatura única. Una de las pocas incógnitas por despejar es el futuro de Cuiña, a quien dirigentes del partido le atribuían planes para abandonar la formación en caso de que saliese derrotado en este proceso.
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