Antonio Checa se retrata en los poemas de 'Espacio de la luz'
Dice Antonio Checa Lechuga, el veterano poeta de Baeza (Jaén), que construir un poema es retratarse a sí mismo. Quizá por ello su último poemario, Espacio de la luz, tiene algo de autobiográfico. Pero tiene algo más: "Puede significar el más de la palabra poética y la susceptible presencia de los objetos convertidos en sensaciones", comenta el poeta baezano, que acaba de reeditar el libro con el que, en 2002, ganó el Premio de Poesía de la Casa de Andalucía en Denia (Alicante).
El libro, editado por el Ayuntamiento de Baeza, está compuesto por 34 poemas insertos en cinco ámbitos diferentes, el primero de los cuales (Espacio de la luz) es el que da título a toda la obra. A éste siguen La música del Sur, La luz de los conceptos, Presencia de la vida y, el último, La luz donde te habitas.
El profesor de la Universidad de Jaén Dámaso Chicharro comenta en el prólogo del libro que la poesía de Antonio Checa "logra transmitir ese inveterado diálogo de un hombre apasionado por la ida con el tiempo que le ha tocado vivir, con su tiempo". "Una poesía", añade Chicharro, "de la esperanza, auténtica y ensimismada conversación con el hombre que camina con todos, que se siente partícipe de la aventura del nosotros". A su juicio, el Espacio de la luz que evoca el título del poemario es, asimismo, "espacio vital y comprensivo, cosmovisión razonada y sentida de un hombre enamorado de la palabra, que palpa y siente el ritmo interior, que se subyuga y maravilla para crearse y crearnos una atmósfera de intimidad y belleza".
Antonio Machado
Antonio Checa, un poeta que siente pasión por Antonio Machado y su vinculación con Baeza, una relación que recogió en La creación poética de Antonio Machado en Baeza (2001), ha publicado una docena de libros. En 1985 editó Baeza para mirar, una obra que compartió con los poetas Antonio Carvajal y Ángel González y el fotógrafo Francisco Fernández. Ahora, en Espacio de la luz Antonio Checa demuestra, según Dámaso Chicharro, que es "un poeta avezado en la plenitud de sus recursos y autenticidad, conscientemente vivida, de sentirse voz diferente".
Y lo hace siempre desde el sur y con el sur como motivo, con su Andalucía medular en primer plano; y siempre también con la rosa, con el rojo intenso, como demuestra en su soneto Entre su rojo quiero: "Quiero mirar la rosa como símbolo activo / donde descansa el alma que la tierra sujeta; / quiere ser como el eco del canto primitivo / donde juegan mis ojos con su mirada inquieta. / Quiero lo que no puedo llevarme en lo pasivo / donde media la usura maldita por secreta, / quiero que se marchite el acto repulsivo / donde un dedo presiona sin miedo la espoleta".
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