Una celebración necesaria y oportuna
El presidente de la Generalitat Valenciana destaca "el espíritu de consenso" como origen de la Constitución, una voluntad de pacto de la que también es reflejo la reforma del Estatut d'Autonomia
La celebración del treinta aniversario de la monarquía en España es una magnífica ocasión para reflexionar sobre lo que han supuesto esas tres décadas de democracia. El gran salto dado por España es en buena medida el resultado del esfuerzo de una generación de españoles por propiciar un gran acuerdo de reconciliación nacional tan necesario y del que hoy disfrutamos.
Esta afirmación nos remite a los apasionantes tiempos de la transición a la democracia. Un momento clave en el que la voluntad de entendimiento, por encima de cualquier otra consideración, posibilitó la aprobación de una Constitución que consiguió ser de todos y que nos ha servido de guía a lo largo de estos últimos veintisiete años.
En aquella coyuntura tan llena de sensibilidades políticas encontradas, el consenso constitucional parecía una utopía fuera de alcance, aunque por debajo de diferencias y desencuentros, latía la decidida voluntad del pueblo español de sentar las bases de una convivencia pacífica en el marco de una sociedad democrática. Ese espíritu de convivencia cristalizó en la Constitución de 1978, y veintisiete años después, constituye uno de los más grandes logros de nuestra historia.
Junto a la Constitución, los estatutos de autonomía participaron también de ese mismo espíritu de consenso entre las fuerzas políticas mayoritarias en España y en cada comunidad autónoma. Y con ellos, las grandes leyes orgánicas que regulan el funcionamiento de las instituciones básicas del Estado o los ámbitos básicos de nuestra sociedad.
Por ello, cuando hablamos de Constitución no lo hacemos solamente de un marco normativo que ha llegado vivo y pujante hasta nuestros días. Nos referimos también al gran pacto de convivencia entre todos los territorios de España, que está en su origen.
Un ejemplo significativo de esa voluntad de pacto que animó la Constitución lo tenemos en el proyecto de reforma de nuestro Estatuto de Autonomía. En nuestro territorio hemos conseguido alcanzar un gran acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas con representación parlamentaria tanto autonómica como nacional. Este doble consenso puede abrir un camino en el proceso de reforma estatutaria en marcha en estos momentos. En todo caso, la gran beneficiaria de ese espíritu de entendimiento y de lealtad constitucional que anima nuestra reforma estatutaria va a ser, sin duda, la sociedad valenciana en su conjunto.
Esta reforma estatutaria ha puesto además de manifiesto las virtualidades que encierra la Constitución para que las comunidades autónomas puedan seguir profundizando en su autogobierno. Los valencianos, a diferencia de otros que han optado por caminos de alejamiento constitucional, hemos elegido el nuestro, solidario y plenamente ajustado al marco jurídico en el que se integra, y nos sentimos orgullosos de ello.
El Premio Convivencia que otorga la Fundación Profesor Manuel Broseta, reconoce este año "la capacidad de diálogo y negociación" que han mostrado las dos principales fuerzas políticas de nuestras Cortes en la elaboración del texto. Su ejemplo nos obliga a seguir por un camino de consenso marcado por la lealtad a España.
La Constitución de 1978 constituye el gran legado de la transición. Pero no es un texto inamovible como una torre de marfil encerrada en sí misma. Puede ser reformado, tal como se prevé en su articulado, pero sería deseable si no necesario, conseguir el mismo grado de consenso que tuvo su aprobación. Intentar reformarla ahora traspasando sus límites, utilizando métodos que no responden a los procedimientos que ella misma establece, sería tirar por la borda los logros que nos acarreó el espíritu de la transición, y reabrir heridas que, hasta hace poco, parecían definitivamente cerradas.
De ahí la necesidad de reafirmar, en estos momentos de especial trascendencia, la plena vigencia de los valores constitucionales. Esta fiesta cívica, que nos convoca a celebrar unidos ese gran acuerdo nacional que supuso la Constitución de 1978, es una llamada a la unidad entorno a un texto que es, ha sido y seguirá siendo el mejor patrimonio de todos los españoles.
Francisco Camps Ortiz es presidente de la Generalitat Valenciana.
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