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Reportaje:ATLETISMO | Las desgracias de un 'crack'

Y ahora, con el coche Yago Lamela cierra en el hospital su año más desastroso

Carlos Arribas

Yago Lamela permanecía ayer ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Albacete, donde ingresó la noche del sábado después de sufrir un accidente de tráfico. Era el tipo de percance que le faltaba a uno de los mejores atletas españoles de la historia para terminar de considerar 2005 un año horroroso. El accidente, acaecido en la A3, le produjo, según el parte médico, traumatismo cranoencefálico en grado de conmoción, herida inciso contusa en el cuero cabelludo y contusión pulmonar.

El atleta asturiano, de 28 años, cierra así un año en el que una tendinopatía le mantuvo alejado de pistas y campeonatos, y en el que sus problemas de comunicación con Rafael Blanquer le hicieron dejar a su entrenador de los últimos tres años.

Pese a los requerimientos de la federación, Yago Lamela, plusmarquista nacional de salto de longitud con 8,56 metros, una distancia que consiguió en 1999 tanto en pista cubierta como al aire libre, continuaba aún sin técnico, entrenándose a sí mismo unas temporadas en Asturias y otras en Valencia.

El sábado, precisamente, Yago Lamela regresaba a Valencia después de haber pasado en Madrid por la consulta del médico. La tendinitis que le privó de defender su medalla de plata en el Europeo en pista cubierta de Madrid y la de bronce en el Mundial al aire libre de Helsinki no estaba aún sanada del todo y continuaba produciéndole molestias. Apalabró una consulta con el especialista finlandés Sakari Orava, una cita que queda en suspenso después del accidente.

Aunque Lamela no sufrió ninguna rotura en el percance, las contusiones, los golpes, las contracturas consiguientes y los dolores que lleva todo aparejado le tendrán al menos 15 días apartado de los entrenamientos. Si antes del accidente consideraba difícil participar en marzo en el Mundial de pista cubierta de Moscú, el objetivo ahora será intentar llegar en plenitud al Europeo al aire libre de Gotemburgo, en agosto.

Yago Lamela apareció como un cometa fulgurante en el horizonte del atletismo español en marzo de 1999, cuando sólo tenía 21 años. Un salto de 8,56 metros y un homérico duelo con el intocable cubano Iván Pedroso le proyectaron al estrellato. En el caluroso Mundial de Sevilla se repitió el duelo, y el resultado: derrota, con Pedroso, pero nadie dudaba de que el futuro sería del saltador asturiano. Técnicos y especialistas elaboraban proyecciones estratosféricas sobre su potencial, todos coincidían en que sus límites, dada su edad, dada su clase, dada su velocidad, estaban aún lejos. Sólo en una ocasión más, en 2003, volvió a saltar por encima de 8,50 metros. Nunca más superó su tope de 8,56 metros. En 2000 comenzó su cuesta abajo. Fracasó en los Juegos de Sidney. Abandonó al entrenador con el que había trabajado desde chico, Juanjo Azpeitia, y abandonó Asturias, para establecerse en Madrid con Juan Carlos Álvarez. Un par de años después prosiguió su viaje hasta Valencia, hasta el club de Rafael Blanquer, el primer saltador español que pasó de ocho metros y técnico de moda en todas las especialidades de velocidad. Un nuevo fracaso olímpico en Atenas 2004 y la lesión que le dejó fuera de juego en 2005 acabaron con la relación.

Mientras tanto, el atletismo español se dotó de otro saltador de elite mundial con la nacionalización del cubano Joan Lino Martínez, quien, entrenado por Juan Carlos Álvarez, consiguió la medalla de bronce en los Juegos de Atenas.

Yago Lamela.
Yago Lamela.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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