_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El infierno

Miquel Alberola

El infierno es el rechazo definitivo a Dios, la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Así lo certifican canonistas y catequistas. A diferencia del limbo, cuyo concepto está ahora siendo revisado por una comisión teológica acaso para ser disuelto por obsoleto, el ámbito del infierno no admite reconsideraciones. La representación que el libro del Apocalipsis hacía de ese pozo ciego metafísico, con un lago de llamas en el que se achicharraban eternamente aquellos que se habían apartado de Dios, ha sido matizada a lo largo de los siglos, pero su núcleo continúa en vigor con toda su ferocidad. Es, de algún modo, la garantía de la religión: la amenaza extrema como argumento de persuasión. El infierno ya no es un lugar, sino una situación de vaciedad y desazón, en cualquier caso eterna. Una tortura intelectual concebida a medida para cerebros complejos e inexpugnables a la idea de Dios. Una venganza vaticana contra los anticlericales despiertos. Debió de ser esa amenaza enquistada en el cerebro lo que tanto inquietó a un hombre con la infancia traumatizada en los pupitres y los confesionarios de los salesianos como el profesor Manuel Lloris, que murió consumido por su propia conciencia y temía que ésta continuara abrasándole más allá de la muerte. Sabía que estaba destinado al infierno, por eso en su entierro no había curas sino ajedrecistas. El ajedrez es un ejercicio de razonamiento en el que la inteligencia se impone al dogma y ayuda a evadirse de la prisión de la conciencia. Sin embargo, al final del jaque mate siempre reaparecía la sombra del infierno. Lloris tumbó en una partida a John Lennon en el club de ajedrez de Nueva York, en Washington Square, y éste fue asesinado muy poco después. Y allí mismo conoció a un gángster judío, Charly, que le tomó afecto porque le ganó una partida a un polaco racista. El pistolero le propuso que fuera su profesor particular en Florida por un cheque en blanco cuyo límite eran cinco millones de dólares, pero Charly fue hallado en el río Hudson con la yugular abierta después de ir a hacer el que tenía que ser su último trabajo. Dios, como había cantado Lennon, era un concepto usado para entender la medida del dolor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_