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Reportaje:

"No soy primer delantero"

Robinho pide "paciencia" al madridismo y recuerda que no está acostumbrado a jugar tan adelantado

Robinho es un mago. Un talento sobrenatural. Pelé, reencarnado en un joven de 21 años. Marcelo Teixeira, el presidente del Santos, su club brasileño de procedencia, estaba convencido de eso y de muchas cosas más. De que había que hacer lo que hiciese falta para evitar su fichaje por el Madrid, por ejemplo. De que tamaña joya no podía dejarse escapar. Incluso de que el Gobierno nacional debía intervenir para evitar su fuga. Pero Robinho, 25 millones de euros de por medio, fichó por el Madrid. Tres meses después, el Bernabéu, siempre puntilloso, empieza a preguntarse si es posible que la magia, cuando viaja, se transforme en un simple truco. En fuegos artificiales. Algo improbable, según el delantero. "Tengo mucho fútbol para dar a la afición del Madrid, pero es mi primer año en Europa. Es normal que te piten cuando no juegas bien o las cosas no van bien. No tengo que responder a nadie más que dentro de la cancha", argumentó ayer Robinho, para quien Florentino Pérez, el presidente del Madrid, ha pedido comprensión. "La afición, aquí, es muy exigente y la presión es normal en el Madrid", continuó; "hay que tener paciencia. El primer año es complicado. Ya lo fue en el Santos".

"Mi fútbol va a volver a aparecer naturalmente", sostiene el brasileño

Robinho llegó al Madrid tras meses de tensas negociaciones. En medio, vivió el secuestro de su madre y fue apartado por el Santos como medida de presión para evitar su marcha. No realizó la pretemporada con el equipo madridista y debutó con 25 minutos espectaculares contra el Cádiz. Hasta allí llegó la magia. Luego, sólo chispazos. "Todo es complicado. No es mi costumbre jugar en esta posición, como primer delantero ", explicó; "me cuesta porque mi posición es la de segundo delantero, saliendo más. Pero haré lo que haga falta para ayudar al equipo". ¿Por qué no ha vuelto a jugar como en Carranza? "Entonces, entré en la segunda parte y el equipo estaba jugando bien... Por eso pude presentar mi mejor fútbol. Espero volver a jugar así de nuevo".

"Los defensas aquí no son diferentes a los de Brasil", contestó cuando le preguntaron si la razón de su bajón de juego era la dureza de sus marcadores. "son fuertes y juegan con patadas".

Robinho, un tipo que se hizo inseparable de los guantes durante los entrenamientos en cuanto vio cómo es el invierno madrileño, localiza sus problemas en la pizarra del entrenador, en su posición. Pero no sólo ahí. En el Madrid, dice, ha habido muchos lesionados. Y escasez de delanteros puros: "El equipo tenía jugadores lesionados y [sancionados] con tarjetas. Con eso es más complicado. Hay jugadores en posiciones distintas [a las suyas]. Raúl se ha lesionado. Ronaldo, también. Mi fútbol va a volver a aparecer naturalmente".

El Madrid espera a Robinho, el mago. Y, mientras llega, el jugador dice no tener problemas "de adaptación". "Claro que ha sido buena", dijo; "están los jugadores brasileños. Y en la comisión técnica [los entrenadores] también son brasileños". Robinho vive rodeado por el clan brasileño, formado por Vanderlei Luxemburgo, el entrenador, y el bromista Marcos Teixeira. Les acompaña el controvertido Paulo Campos, Antonio Mello, el preparador físico, y Patricia Teixeira, la dietista del equipo. En enero, además, puede unírseles Cicinho. Hasta entonces, Robinho intentará que sus trucos se conviertan en magia para ayudar al discutido Vanderlei Luxemburgo, el entrenador que le guió hasta el título de Liga en Brasil: "Es una situación complicada. Pero el míster tiene experiencia, está acostumbrado a la presión y sabe que está en un equipo grande".

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