A vueltas con el casco

Tuve el placer de asistir al concierto de Coldplay en sus instalaciones (Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid). Decidí asistir con mi acompañante en motocicleta al concierto.

Llegué a las 21.15 justo 15 minutos antes de que empezara el evento y cuál fue mi sorpresa al ir a entrar en la sala cuando los agentes de seguridad me prohibieron la entrada al recinto con los cascos. Le solicité entonces que me facilitaran una taquilla o algún sitio donde dejarlos. Su respuesta fue que fuera a dejarlos a casa, que no era su problema, pero que con casco no entraba.

Conseguí finalmente amigar con Fran, el vigilante del aparcamiento de El Corte Ingles que accedió a guardarlo en su taquilla (los cascos están valorados en 950 euros).

De nuevo en mi aproximación al recinto a las 21.45 decidimos comprar dos botellines de agua. Nuevamente un agente de los de seguridad del recinto me dijo que no podía entrar con los botellines y que si quería entrar con ellos tenía que quitarles el tapón.

Llegué a ver el espectáculo a las 21.52. ¿Suponen que el público debe ser una especie de Nicholai Hel, el personaje del libro Shibumi de Trevanian que era capaz de asesinar con una taza de café, un bolígrafo o una simple revista?.