El hotel de las mil estrellas
El Westin Palace, adquirido por el grupo Host Marriot, hospeda desde 1912 a los más selectos visitantes de la capital
Sofía Loren desciende de un coche delante del hotel Palace. La belleza de la diva italiana deja sin habla a Joaquín Cózar, botones del hotel de tan sólo 16 años y que carga con la mirada baja el abultado equipaje de la hermosa actriz. Son los años sesenta. Han pasado 45 años y la historia del flechazo entre un famoso y un empleado se repite en el interior del Palace. El viernes pasado por la mañana Félix García, camarero, se quedó prendado de la belleza de la cantante norteamericana Anastacia. "Estaba ahí, tan guapa, desayunando en el restaurante...", evoca horas después García con una sonrisa.
El hotel Palace. El mayor cinco estrellas de la ciudad, donde el precio medio de la habitación simple está en torno a los 300 euros. Tiene 466 habitaciones, en las que han pernoctado las principales figuras de la farándula internacional. El vecino hotel Ritz prohibía la entrada de actores, así que éstos cruzaban la acera para hospedarse en el Palace. Cada uno con sus caprichos de estrella. Una vez Sylvester Stallone pidió una paella a altas horas de la madrugada y se la cocinaron.
El hotel Palace vuelve a ser noticia estos días, porque el fondo de inversión inmobiliario Host Marriot compró la semana pasada varios hoteles al grupo hotelero estadounidense Starwood, entre ellos el Westin Palace de Madrid, que, a pesar de la venta, mantendrá el nombre completo. "Esto es como si vives de alquiler y cambia el dueño del piso, a los empleados no nos afecta", explica Antonio Sáez, camarero del Palace desde hace "35 años". En el bar, Sáez sirve por la tarde cafés y tés acompañados de galletas en forma de teja y bombones rellenos de caramelo. "El momento que más se me ha quedado grabado es cuando los socialistas ganaron las elecciones con Felipe González y vinieron a celebrarlo aquí", explica.
A su lado, María, de la Escuela de Hostelería de Aranjuez, hace prácticas, y Claudio, otro camarero, sirve cócteles. "El que más piden los clientes es el dry martini, aunque aquí sabemos hacer cosas más sofisticadas", comenta. El dry martini era la bebida preferida del escritor norteamericano Ernest Hemingway, asiduo de la barra del Palace.
El hotel fue edificado en 1912 en el antiguo palacio de los duques de Medinaceli en un tiempo récord para la época: 18 meses. En aquellos años el pintor Ignacio de Zuloaga hizo del hotel Palace su domicilio en Madrid; Buster Keaton también se hospedó allí; Federico García Lorca, Luis Buñuel, Pablo Picasso y Salvador Dalí se reunieron en el Palace para pedir un préstamo para comprar un billete de tren a París. "Cuando Dalí ya era famoso, volvió al Palace con su mujer, Gala, y se movía por los salones vestido con una capa de ocelote. Luego cambió la capa de ocelote por un ocelote vivo al que paseaba por todo el hotel atado con una cadena de oro", explican fuentes del hotel. "Durante la Guerra Civil el hotel fue requisado por los republicanos y convertido en hospital", añaden, recordando la historia del inmueble. Tampoco hay que olvidar en este relato a la misteriosa Mata-Hari, que vivió en el Palace bajo seudónimo y cuyo espíritu, dicen, aún vaga por algunas estancias del inmueble.
La historia moderna de España también está vinculada al hotel Palace. La tarde del 23 de febrero de 1981, en el Congreso de los Diputados, situado enfrente, se vivía el momento más grave de la transición: el golpe de Estado encabezado por Antonio Tejero. La imagen de las escaleras del Palace abarrotadas de madrileños leyendo la prensa aquella fría madrugada dio la vuelta al mundo. "Ese día libré, me lo perdí", recuerda Joaquín Cózar, el botones adolescente que quedó enamorado de Sofía Loren y que, 45 años después, aún sigue a pie de calle en la puerta del Palace.
Cózar va vestido con librea y sombrero de copa y ya ha visto al Palace pasar por las manos de varios dueños -"unos cuatro o cinco"-, entre ellos la multinacional americana Sheraton o Ciga Hotels. Cózar ha tenido contacto con muchos famosos, al igual que sus compañeros, pero la mayoría tuercen el gesto cuando se les pregunta si los ricos dejan buenas propinas. "Secreto del sumario", "Je, sin comentarios", "Bueno", responden lacónicos.
En 1999 el Westin Palace sufrió una importante renovación en la que, según fuentes del sector inmobiliario, se llegó a invertir unos 144.000 euros por habitación. Pero el hotel aún conserva el espíritu de su época gloriosa con sus grandes cortinas, los cuadros, las flores, las estatuas, las majestuosas escaleras y los salones que transportan a otra época. La perla del edificio sigue siendo el hall redondo en el que se yergue la cúpula de cristal, joya del art nouveau. Un lugar de la capital visitado por turistas como si fuese un museo más.
El Palace también ha fracasado en algunas de sus ideas. Como la de las camas celestiales, que en el año 2002 ofrecía la posibilidad de subir a descansar a una de sus habitaciones tras degustar una comida en su restaurante. Pero no funcionó.
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