Balón de Oro... y lo que quiera
La afición del Bernabéu se rinde ante Ronaldinho, como en su día lo hizo con Cruyff y Maradona
La exhibición de anoche da para que a Ronaldinho le den el Balón de Oro, le confeccionen otras botas con incrustraciones de oro o para lo que él quiera. Jugador como pocos de partido grande, ayer contra el Real Madrid, en el Bernabeu,"hizo maravillas en el segundo tiempo", según describió el técnico del Barça, Frank Rijkaard las dos jugadas que terminaron por convertirse en el segundo y en el tercer gol del Barcelona. Dos galopadas inolvidables desde el medio campo a la portería del Fondo Sur, dos goles que dieron para que la hinchada blanca le premiara con una sincera ovación. Como sucedió hace 30 años con Johan Cruyff, como al inicio de los 80 ocurrió con Diego Armando Maradona, ayer fue Ronaldinho el que cambió fútbol de muchos kilates por aplausos en Chamartín.
"No sabía que el último jugador del Barça al que aplaudió el Bernabéu había sido Diego [Maradona]. Eso aún hace que valore más el cariño con el que me han tratado en este campo", agradeció el 10, que el jueves se fotografió con el Balón de Oro que le entegarán en París el próximo día 28. "Un momento como este pocos jugadores en su carrera tienen ocasión de disfrutarlo. No lo olvidaré nunca", reconoció el número 10 al terminar.
"El público es inteligente", dijo Xavi. "Ronaldinho ha hecho un partidazo y se lo han reconocido", añadió el jugador de Sabadell, que algún día explicará con gusto que la noche que Ronaldinho fue ovacionado en el Bernabéu él estaba en el campo. "Si alguien tenía alguna duda de si era justo quien merecía el Balón de Oro, supongo que ya lo tendrá claro", sentenció.
"Ha sido una maravilla por velocidad, control, técnica, remate...", confesó Rijkaard, que saltó ayer del banquillo, como impulsado por un resorte hasta en tres ocasiones por culpa del gaúcho. La primera, cuando Ronaldinho recibió un rodillazo de Michel Salgado, que el árbitro acabó castigando con una tarjeta amarilla; las otras dos para aplaudir los dos goles, dos maravillas. La primera, el segundo gol del Barça anoche, llegó en el minuto 59. Nadie sabe muy bien donde estaba Michel Salgado cuando Ronaldinho controló el balón con el exterior del pie derecho y traspasó la linea del medio campo lanzado a toda velocidad. En su galopada sentó a Sergio Ramos, cambiando la dirección de la carrera y del balón con un sutil golpeteó de derecha a izquierda y a Helguera, con sólo mover la cintura, amagando a la izquierda y saliendo por la derecha. Sesenta metros de carrera, seis toques, dos regates, y un tiro duro y seco, al primer palo para el 0 a 2.
Como en el primer gol, el segundo también llegó tras un alarde de belleza, potencia, velocidad y toque. Minuto 78, otra vez recibió sólo, otra vez de Deco -"¿me cuentan como asistencias?", se preguntó con sorna el portugués al final del partido- otra vez al galope, otra vez Ronaldinho pasó por encima de Sergio Ramos antes de encarar a Iker Casillas. Esta vez remató colocado, con el interior, al palo largo. Era su tercer gol en un clásico, su segunda obra maestra en el partido de ayer, y al tiempo, su octavo gol en lo que va de Liga.
"No han sido dos goles, han sido dos maravillas", se rindió Samuel Eto'o, llamado a ser protagonista de la noche, que empezó marcando y como todos, terminó por rendirse a lo que parece ser una evidencia: "Ronie es un fuera de serie, ha metido dos goles de museo", insitió ante las cámaras de Canal Barça el camerunés, antes de concluir que se alegraba del acierto de su compañero "todo el equipo". "Estoy en un momento excelente", reconoció Ronaldinho al abandonar el Bernabéu, tras regalarle a Robinho la camiseta de un partido inolvidable. "Estoy deseando celebrar la victoria en el aeropuerto de El Prat con nuestra afición" aseguró Ronaldinho cuando abandonaba el estadio, tras demostrar que se merece el Balón de Oro... y lo que sea.
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