Trotamundos afortunados
Guus Hiddink y Leo Beenhakker, dos técnicos holandeses de carácter, hacen mundialistas a las selecciones de Australia y Trinidad y Tobago
Colocó el balón en el punto de penalti y con un zurdazo batió al portero uruguayo. Aloisi, delantero del Alavés, se sacó la zamarra y corrió por el césped del estadio de Sidney para celebrar que su gol valía la clasificación de Australia para el Mundial de Alemania 2006. Alegría que se entiende porque la última participación de los aussies se remonta a 1974, en Alemania precisamente. Mientras tanto, Lawrence, en el estadio de Bahrein, conectó un zurdazo desde 30 metros y coló el esférico por la escuadra. Incrédulo al principio, fogoso después, alzó los brazos y fue derribado por sus compañeros, que le hicieron la melée más amistosa nunca vista en Trinidad y Tobago. Su gol también otorgaba un pase para la cita germana, la segunda participación de una selección caribeña en una Copa del Mundo, pues la primera fue la de Jamaica en Francia 98. En Sidney y Bahrein, sentados en el banquillo de Australia y Trinidad y Tobago respectivamente, dos holandeses errantes mostraron su eterna sonrisa: Guus Hiddink (Varsseveld, 1946) y Leo Beenhakker (Rotterdam, 1942).
Hiddink fue un futbolista notable en el De Graafschap por saber sacar la pelota desde atrás con una zurda rechoncha y corta. También se atrevió con el medio del campo en el PSV Eindhoven, pero fracasó. Beenhakker apuntaba maneras, pero una lesión de ligamentos cruzados precipitó su retirada. Desde entonces, ambos han dirigido a muchos clubes y algunas selecciones, a modestos y poderosos. Pero cada uno tiene su método, su carácter...
Hiddink, que disputará su tercer Mundial consecutivo en banquillos diferentes, no presume de un estilo definido; cuando dirigió a Holanda, en Francia 98, adoptó un 4-4-2, en el que los interiores, Overmars y Zenden, hacían de extremos. Con Corea del Sur, a la que también llevó a las semifinales en 2002, en su casa, jugaba con dos centrales, un libre, una media en rombo y tres delanteros. Ahora, con Australia, prefiere un 3-5-2. "La calidad no vale si no se juega con el compañero", es la frase de su cabecera. Los partidos en espacios reducidos de cinco contra cinco, el abecé de sus entrenamientos. "Es muy democrático", asegura su preparador físico, Jorge Simó, en el Valencia. Tanto que los editoriales de los diarios surcoreanos le utilizaron como ejemplo de decencia frente al clima político que se vivía en el país. Quizá, en contra, tiene que es un tanto pesetero. En 2003 no fichó por el Barcelona porque pedía una cantidad imposible para el club. Y en 1999 se peleó con el Madrid por el finiquito. A su favor están los ideales; en 1992, en un Valencia-Albacete, se negó a que se jugara el partido hasta que se retiraran de las gradas unas banderas con simbología nazi.
Beenhakker es extravertido y de fuerte carácter. De ahí que en ciertos sectores de Chamartín, de sus dos épocas en el banquillo madridista, le recuerden como el osado que sentó a Butragueño en un partido de la Copa de Europa contra el PSV y a Hugo Sánchez durante media temporada en vez de como el técnico que conquistó tres Ligas, una Copa y una Supercopa. Al igual que Hiddink, compaginó durante dos meses, en 1990, la selección holandesa -ya la llevó en 1985 sin éxito- con el Ajax, club en el que rescindió, como en el Madrid, su contrato. Con Arabia Saudí, clasificada para Estados Unidos 94, también se peleó: le echaron a falta de cuatro meses. Y se fue del América de México a pesar de ser líder. En 1999 hizo campeón al Feyenoord y en 2000 dimitió.
A Hiddink, que en 1988 ganó la Copa de Europa con el PSV, Australia le llamó por teléfono para que compaginara el cargo de seleccionador con el de técnico del PSV. A Beenhakker, en abril de 2005, le confiaron la tarea de remontar el vuelo de Trinidad y Tobago. El uno debutó en la final de la Copa Oceánica contra las Islas Salomón: global de 9 a 1 para Australia. El otro se jugó entrar en la repesca contra México, selección ya clasificada: 2-1 para Trinidad y Tobago. Hiddink eliminó a Uruguay en los penaltis y Beenhakker a Bahrein. Ambos acudirán a Alemania con otros dos holandeses, Dick Advocaat, que dirige a Corea del Sur, y Marco van Basten, quien prepara a Holanda.
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