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Crónica:CRÓNICAS DEL SITIO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Hogueras

Los alumnos de Clara son inmigrantes recientes, la mayoría de países centroafricanos. Clara les enseña algo de español para facilitar la integración en su nueva tierra. Los responsables de Educación pretendieron que esas primeras palabras fuesen en euskera. Pero, de momento, ha prevalecido el sentido común.

Aunque tanto como palabras, lo que les enseña son cosas. Cosas que guarda clasificadas en unas cajas, como muebles en miniatura, cacharritos y alimentos de plástico. Parecen simples cajas de juegos de niños de tres años, pero en manos de una maestra como mi amiga, a veces contienen los valores de Occidente.

El otro día pidió a Ahmed que cogiese la caja de los cacharritos de cocina. Él contestó que se la diese a una mujer. Y Abdul, otro subsahariano, explicó que en África de esas cosas se ocupan las mujeres; que él nunca entra en la cocina.

Clara, sin perder la sonrisa les miró de frente: "Vosotros habéis decidido venir a vivir en Europa. Y aquí necesitáis aprender a moveros en la cocina, porque las mujeres y los hombres somos iguales".

Según me contaba la escena, yo pensaba que no hace tanto tiempo que nuestros indígenas nacionales han entrado en la cocina; y tampoco todos. Pero según me dijo Clara, es cuestión de principios. Así que ese día algunos aprendieron lo que es una cocina moderna y un cuarto de baño. Y todos vieron por primera vez algunos utensilios y un bidé en miniatura.

Estos profesores organizan también excursiones. Ayer fueron a conocer el Metro; viajaron en la cabina del conductor y les mostraron los monitores desde los que se controla la seguridad de los viajeros. Clara no sabe decirme lo que entendieron sus alumnos de todo ello. Pero estaba contenta porque sus emigrantes se comportaron con exquisita cortesía.

-"Entonces ¿aquí no arderán los coches como en Francia?"

-"No, por ahora. Estos chicos tienen otras cosas en la cabeza. Tres de ellos han saltado la verja apenas hace un mes".

Cuando hicieron esta misma pregunta a nuestro ministro de Interior, contestó que aquí no sucederá lo de Francia "porque tenemos planes urbanísticos". Al escucharle me pareció retroceder a los años setenta, cuando un amigo sociólogo salió de la facultad dispuesto a cambiar la sociedad desde el urbanismo. En realidad cambiaron los grandes negocios y la financiación de los partidos políticos. La sociedad que creíamos divida en clases (en dos, ni más ni menos) ha resultado demasiado espesa para caber en un plan.

Hoy faltan políticos capaces de enfrentarse a la complejidad y de ponerse de acuerdo en cuestiones básicas con sus adversarios. No los tenemos ni a la derecha ni a la izquierda.

Al menos, las noticias de estos días me han dado un motivo de consuelo: ¿se han fijado lo devaluada que queda la kale borroka al resplandor de las hogueras de Francia?

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