Voces de mujer

La idea de rodar al coro femenino del Teatro Real con un programa exclusivo es excelente desde el punto de vista de la planificación racional de sus actividades. La propuesta era atractiva en grado sumo: Brahms, Poulenc, Janácek, Britten, los tres últimos con óperas en la actual temporada del teatro.

El coro femenino del Real no tiene un color vocal de gran personalidad y tampoco es brillante. Sin embargo, estuvo empastado y afinado desde el primer momento, y ya en la segunda parte, con A ceremony of Carols, de Benjamin Britten, consiguió altas cotas de expresividad. Se siente que es un coro en proceso de desarrollo. Que va progresando pasito a pasito. En Vier Gesänge, de Brahms, se mostró cauteloso, prudente, un poco tímido. La obra requiere un dominio estilístico de rango superior al que el coro está habituado. Salvó los trastos, en cualquier caso, a base de orden, prudencia y un admirable sentido colectivo del canto.

En Poulenc se encontraron todos más cómodos y ello repercutió en una mayor espontaneidad. Con Janácek la frescura no era inmediata. Se impuso cierta rigidez. En esas condiciones, Britten fue la tabla de salvación, y ahí, sí, se atisbaron horizontes muy esperanzadores.