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Con la Iglesia (o el PP) hemos topado

La reciente censura de un cartel con un dibujo de Cristo se suma a otros actos similares

Ferran Bono

En la víspera de su inauguración, la Generalitat censuró la pasada semana el cartel y la propaganda del Observatori. En palabras de la institución que paga el festival, tan sólo "se instó" a los organizadores del festival a que lo retiraran en virtud de que podía "herir diversas sensibilidades". Instancia que fue acatada "pero no compartida" por la organización.

En cualquier caso, hacía semanas e incluso meses que el cartel estaba en la calle sin, al parecer, herir sensibilidades. Presidencia de la Generalitat había dado su visto bueno con antelación a la ilustración que mostraba, en segundo plano, los brazos de un cristo crucificado y a una diosa hindú con los rasgos de Michael Jackson tocada por una mitra. Elvis Presley o la rana Gustavo también aparecían en el cartel humorístico sobre un certamen de música y arte contemporáneo que giraba entorno a la idea de los ídolos. Pero el festival se topó con la Iglesia (se dio con ella, sería lo correcto en el caso de parafrasear El Quijote, según el especialista Francisco Rico); con la Iglesia y con un alto cargo del PP, vinculado a la misma, que manifestaron su malestar a la Consejería de Cultura la víspera de la inauguración. Y se armó un escándalo con censura de por medio, que incluso recogió el medio IBLNews de Nueva York orientado al mundo hispano, que destacaba de la polémica, sin embargo, la sátira de Jackson.

Hace diez años también se censuraron unas fotografías para no "herir la sensibilidad"
El actor Xavi Castillo tiene problemas en algunos municipios por su parodia papal

Nada nuevo bajo el sol. El presidente del PP en Valencia y alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus, y otros cargos del PP censuraron el pasado año el espectáculo El Chow, en el que el actor Xavi Castillo parodiaba al Papa Juan Pablo II, antes de su fallecimiento. Quizá molestó sobremanera que este papa doméstico hiciera el pino y sus faldas dejaran al descubierto que portaba un tanga rojo. El caso es que el actor ha vuelto a tener problemas recientemente para trabajar en Bocairent.

Mejor suerte han corrido, desde un cierto punto de vista, las camisetas que tiene estampado el cartel del Observatori. Como se prohibió su reparto, las pocas que ya circulaban se han convertido casi en objeto de culto. Al igual que las camisetas promocionales de la obra de teatro Sopa de pollo con cebada, de Arnold Wesker. Esta premiada producción de Teatres de la Generalitat versaba sobre el desencanto de la izquierda y del comunismo. El cartel incluía una hoz y un martillo, tal y como se mostró en la fachada del Teatro Rialto durante dos meses el pasado año. No pasó nada. Hasta en las pasarelas de moda se ha empleado iconografía descontextualizada de los antiguos países del Este. La camiseta reflejaba el dibujo del cartel, además de anunciar la gira del montaje. La obra viajó, pero las camisetas no. El consejero de Cultura, Alejandro Font de Mora, afirmó que el estampado no se podía tolerar.

Tampoco era tolerable que el Espai d'Art Contemporani de Castelló exhibiera hace casi dos años con toda su crudeza una reflexión sobre la violencia. Se incluía la simulación de un disparo a la sien de un hombre, realizada con la ayuda del responsable de efectos especiales del filme El señor de los anillos. "Una muestra mucho menos inquietante que cualquier imagen sobre Israel o una película de Van Damme", apostilló el entonces director del centro castellonense Manuel García. Sin embargo, el consejero de Cultura a la sazón, Esteban González Pons, consideró que la línea entre la apología y la denuncia era demasiado fina. Se censuró el catálogo y se intentó silenciar la difusión de la muestra. El reputado artista Francesc Torres retiró su obra como protesta.

No se llegó a retirar el ciclo de cine de la Mostra de 2002, que incluía películas con décadas a sus espaldas como Yo te saludo, María, de Godard, o La religiosa, de Rivette, pero la polémica provocada por el arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, entre otros, ocupó muchas páginas. El presidente de las Cámaras de Comercio, Arturo Virosque, se unió al coro de la curia que clamó al cielo por la "provocación" que había "herido" sus creencias religiosas. Garcia-Gasco añadió ante una congregación de fieles que a su "Virgen no la toca nadie". El arzobispado anunció que promovería su propio festival de cine.

Un año antes, también en el siglo XXI, el teniente de alcalde de Valencia, Alfonso Grau, había tildado la película de Carlos Mira La portentosa vida del pare Vicent, proyectada a su vez en la Mostra, de pornográfica y de atentado "contra la moralidad". Arrancar cabezas de cuajo o practicar la necrofilia, como sucedía en algunas películas de los ciclos gore del festival municipal no perturbó al concejal.

La connivencia entre el arzobispo de Valencia y el PP se ha acentuado aún más con la llegada al poder de Francisco Camps. El dirigente de la Iglesia católica valenciana, representante del sector más conservador de la curia española, ha refrendado con vehemencia a través de homilías y movilizaciones la línea política del Consell, sea la reivindicación del agua del Ebro, la oposición al matrimonio gay o, más recientemente la manifestación contra la LOE o la crítica al Estatut catalán. Sobre las decenas de miles de muertos en Irak no se ha pronunciado del mismo modo.

Tampoco el obispo de Segorbe-Castellón, José Antonio Reig Pla, que fue miembro del Consell Valencià de Cultura a propuesta del PP, y que sí ha llamado la atención en numerosas ocasiones con sus manifestaciones, como cuando dijo que los homosexuales "son como las parejas de palomos".

La fórmula "puede herir la sensibilidad" que se ha utilizado para censurar el cartel del Observatori es muy socorrida. Ya la empleó hace diez años el Ayuntamiento de Valencia, gobernado por el PP, para censurar aquella vez una exposición de fotografías de desnudos de Tere Arcos en un centro juvenil. La fotógrafa expresó su estupor por el hecho de que se pudiera considerar "inmorales o "libidinosas" imágenes del afecto entre familiares desnudos.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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