Una máquina engrasada
El Barcelona demuestra su formidable estado de forma y pasa por encima del Getafe
Nadie consigue detener al Barça, en estado de gracia. Bajó la nota en Getafe y, sin embargo, su victoria fue igual de sencilla que en los últimos partidos. Pasó por el partido sin despeinarse, convencido de su autoridad, sin ninguna duda y con unos jugadores que compiten por ganarse la titularidad en este periodo de entusiasmo. El banquillo lo decía todo. Estaban sentados Deco, Iniesta y Messi, tres futbolistas brillantes que no están autorizados a proclamarse titulares. Frente a este equipo engrasado, el Getafe se limitó a asumir su inferioridad y a aceptar la derrota.
El Barça había llegado en los últimos partidos al borde de la excelencia, con un juego que no admite comparación en España y posiblemente en Europa. En unos tiempos donde el fútbol atraviesa un periodo de sombras, el Barça se distingue por razones obvias: juega al ataque y lo hace con velocidad, precisión, ingenio y buen gusto. Además es versátil y tiene cohesión. No le faltan divos, pero ha entrado en una fase donde la solidaridad es máxima. El resultado es lo más parecido al ideal del fútbol, donde lo atractivo está directamente relacionado con la eficacia de su juego. Quizá el problema actual del Barça se encuentra en la exigencia a la que está sometido. Funciona tan bien que decepciona cuando pierde vuelo y prefiere lo rutinario. En Getafe ganó con claridad y apenas atravesó dificultades, pero lo hizo con un aire casi administrativo. Estampó su autoridad en el partido y se acabó.
GETAFE 1 - BARCELONA 3
Getafe: Luis García; Pulido, Matellán, Belenguer, Pernía; Cotelo, Cubillo (Gavilán, m. 62), Celestini (Vivar Dorado, m. 83), D. Rivas, Riki; y Güiza (Craioveanu, m. 74).
Barcelona: V. Valdés; Oleguer, Puyol, Márquez, Sylvinho; Xavi (Iniesta, m. 76), Van Bommel, Motta (Deco, m. 80); Giuly (Messi, m. 68), Eto'o y Ronaldinho.
Goles: 0-1. M. 1. Eto'o aprovecha un despeje defectuoso de un defensa para marcar solo. 0-2. M. 61. Giuly, tras recibir un servicio de Eto'o marca desde cerca. 0-3. M. 71. Motta, de falta directa muy lejana. 1-3. M. 90. Pernía engancha una volea desde 25 metros.
Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Cotelo.
Unos 18.000 espectadores en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe.
No le faltan divos al Barça, pero ha entrado en una fase en la que la solidaridad es máxima
El temprano gol de Eto'o le evitó muchos problemas al Barça, pero le acható. El tanto no tuvo efectos sobre el Getafe. Fue el mismo equipo laborioso que salió del vestuario con la idea de complicar la vida a un rival brillante. Se la complicó muy poco. Se apreció inmediatamente la diferencia abismal entre los dos equipos. A uno todo le resultaba incómodo y esforzado. Al Barça le salió una vena administrativa, pero su juego tuvo un aire natural durante todo el partido. Trasteó en la primera parte, con un punto de pereza y un olvido casi absoluto de sus delanteros. Eto'o sólo apareció en una jugada, con una particularidad: fue la jugada del gol. Le ayudó Pulido, que cometió un error fatal en el pase. No sólo se equivocó, sino que lo hizo en la peor zona posible. La pelota terminó a los pies de Eto'o, al borde del área. Ahí se le disparan todos los resortes del goleador. Es un chasquido instantáneo. Nunca ha sido tímido, pero ahora se mueve en el campo con la exuberancia de un grande. También resuelve como un grande. Enganchó un remate seco, eléctrico, inapelable.
La ventaja invitó al Barça a un juego tranquilo, sin la excitación ha definido sus últimas actuaciones. Comenzó a utilizar el balón con paciencia y poco filo, más como un elemento defensivo que como un arma de ataque. No es mala solución para un equipo que sufre cuando no encuentra la pelota. Sin embargo, esa idea especulativa movió a la nostalgia. No había manera de asistir al paciente trabajo del Barça sin recordar el vibrante juego que ha desplegado recientemente. Quizá no se puede ser siempre sublime, pero es mejor que eso no se lo pregunten a los aficionados al fútbol. La gente se acostumbra a la excelencia y no quiere bajar un centímetro de ahí. Los jugadores pensaron otra cosa. Pensaron que viene una Liga larga, el enorme desafío de la Copa de Europa y un calendario que invita a moderar los excesos. Comenzó, por tanto, a mover la pelota con lentitud y pocas ganas de alterar la velocidad del encuentro.
El Getafe no tuvo nada que oponer. Es un equipo confeccionado con enorme mérito, jugadores de aquí y de allá que juegan al límite de sus posibilidades, con una solidaridad conmovedora. Un equipo ejemplar que debe ser examinado en sus justos términos. Enfrente tenía un adversario imponente. Bastaba observar el banquillo, con Deco, con Messi, con Iniesta. Nada se alteró por la repentina ausencia de Edmilson, ni por el ingreso de Motta como titular después de un año de lesión. Regresó y jugó bien, quizá con un punto de lentitud. Es lógico después de tanto tiempo de inactividad. A su lado encontró la buena colaboración de Xavi y una aportación escasa de Van Bommel o Ronaldinho, que apareció en el segundo tiempo.
Excepto un remate de Guiza y el prodigioso gol de Pernia -una volea irresistible que fue celebrada como se merecía por la hinchada-, el Getafe no tuvo oportunidades. Sólo Riki le dio algunos problemas a Oleguer en los primeros minutos del encuentro. Algo pasajero, sin más. Al Barça se le olvidó la portería en la primera parte y al Getafe no se le ocurrió ninguna fórmula para desactivar el tranquilo fútbol de su rival. Cuando creció su velocidad y buscó la portería, el Barça demostró que está más afilado que nunca, con un nivel competitivo que empieza por la necesidad de sus jugadores de merecer la titularidad. No es fácil ahora mismo. En este momento, Rijkaard está en la posición ideal de un entrenador. Unos serán más titulares que otros, pero nadie tiene derecho a exigencias intolerables. Esto obliga a todos. Se vio en el segundo tiempo: un equipo con tantos recursos, con tantos buenos jugadores, con un juego tan engrasado, que los goles son irremediables. Es el signo de este Barça en estado de gracia.
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