Francia promete mano dura para frenar las revueltas
Las protestas resquebrajan el modelo francés de integración
Tras nueve noches consecutivas de revuelta urbana, el primer ministro francés, Dominique de Villepin reunió ayer de urgencia a ocho ministros de su Gobierno para plantar cara con mano dura a los disturbios. "Hace falta firmeza y justicia", aseguró el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien amenazó con duras sentencias para frenar las algaradas.
Sólo cuando termine la crisis será el momento de abordar "las injusticias en los suburbios", puntualizó el ministro y líder de la derecha francesa. Más de 250 personas fueron detenidas la noche del viernes al sábado, en la que volvieron a arder otros 900 vehículos en toda Francia. Desde la periferia de la capital francesa las bombas incendiarias se han extendido, entre otras ciudades, hasta Marsella, Lille, Burdeos y Niza.
La revuelta de los hijos y nietos de inmigrantes que sacude los suburbios de Francia ha puesto en cuestión el modelo de integración. "Con un nombre como el mío", asegura el joven Yazid, "nunca podría conseguir un empleo como comercial". Tras acabarse la oferta de empleo masivo que atrajo a sus padres hace tres décadas, las nuevas generaciones no tienen trabajo.
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