Iban Zaldua utiliza la ciencia ficción como un recurso para la sátira

Un detective trisexual y chapucero recibe el encargo de viajar a la Tierra para recoger los restos de Sabino Arana, cuyo ADN es necesario para el correcto funcionamiento del ordenador que gobierna el planeta Nueva Euzkadi. En ese escenario de ciencia ficción ha situado Iban Zaldua (San Sebastián, 1966) su primera novela Si Sabino viviría, una "gran broma", sostiene su autor, en la que dirige la sátira contra la actual situación política y social del País Vasco.

En Si Sabino viviría (Lengua de Trapo) Zaldua, profesor de Historia Económica en la UPV, satiriza desde el nacionalismo a la vida universitaria, los escritores y la gastronomía. En la ciencia ficción ha encontrado, explica, un recurso que le concede la distancia suficiente para hacerlo. "Es un género al que me siento muy unido desde las lecturas de mi adolescencia. Planteo una especie de homenaje al género que a mí me ha dado la vida literaria. La ciencia ficción está al margen, un poco despreciada", asegura. "Me da libertad, está muy lejos en el espacio y en el tiempo".

Zaldua señala que Si Sabino viviría es "un divertimento" sobre la identidad. "Es una gran broma sobre la identidad nacional, el choque de identidades, la identidad sexual", explica. "He intentado pegarle a todo. La sátira es eso, pero el principal vapuleado soy yo mismo. Es mi manera de imaginarme a mí mismo como vasco, desde un punto de vista crítico. Reírme de mí mismo y de nosotros, de todo lo que nos rodea. Más que sarcasmo, tiendo a la ironía, y la ironía tiene un componente de cariño hacia el objeto criticado".

La broma comienza con el título. Si Sabino viviría retoma la letra de una vieja habanera. "Encaja para la gente que conoce la canción, y también llama la atención de quienes no la conocen por el error gramatical". Su germen fue un cuento en el que su editor vio una novela. Zaldua aceptó el reto de llegar a las 200 páginas con la historia del detective galáctico José Miguel López Belausteguieta, alias Cosmic Josemi, en busca del ADN del fundador del PNV. Con su primera novela publicada, Zaldua se sigue considerando "un cuentista". Su temperamento, aclara, encaja mejor con el relato corto. "La novela exige tenacidad, otro tempo y un apasionamiento muy largo. Yo soy un tío que no tiene paciencia. En el cuento el resultado, tan satisfactorio como en una novela, es inmediato. Va más conmigo".

El papel del humor

El hastío con las formas de representar en la literatura la realidad vasca le ha empujado, reconoce, a crear esta disparatada historia. "Las tramas que han reinado al contar lo que nos pasa han sido la épica, la trágica, la patética, pero mucho menos el humor, que cada vez va a aparecer más porque el lector está cansado. Yo, que en principio soy lector, lo que he hecho es escribir lo que no encuentro". Advierte, sin embargo, que no se considera pionero: "En los últimos 15 años se ha tratado lo que son nuestras identidades de una manera humorística en euskera y también en castellano".

Zaldua cree que si todo el mundo se ríe cuando el humor se usa como arma de crítica el autor ha fracasado, así que se encuentra preparado para cualquier respuesta y no cree que su novela necesite lectores cómplices, "El sentido del humor es una cosa muy personal", reflexiona. "El escritor intenta hacer un texto humorístico; si eso va a llegar al lector o no, está fuera de sus manos. En mi entorno les ha parecido divertido, que es lo que pretendía". Pero el humor no tiene prestigio literario, asume. "Se suele olvidar que ha habido grandes escritores que han sido fundamentalmente humoristas, como Cervantes o Chesterton", recuerda. "El humor se considera disgregador de la realidad, y como todos queremos ser grandes escritores, practicamos poco esta faceta".