_
_
_
_
Reportaje:

Oro y diamantes para el mejor postor

Los 25 Montes de Piedad españoles celebran en Granada su asamblea general con una subasta de 332.000 euros en joyas

Es como en las películas, pero más rápido. En una hora y media, los 25 Montes de Piedad españoles, que celebran durante estos días su asamblea general en Granada, subastaron ayer 127 joyas de gran valor ante un auditorio de 70 personas procedentes de toda España. En ese espacio de tiempo, se sacaron al mercado 332.000 euros en brazaletes, relojes, anillos, gargantillas, candelabros y centros de mesa que multiplicaron su valor. En escasos 90 minutos, una sortija con esmeralda y brillantes con precio de salida de 130 euros pasó a costar 400. Otra con un enorme diamante que se presentó a 2.800 euros, incrementó su valor hasta los 3.500.

A estos contratos de compraventa a viva voz organizados por las Cajas de Ahorro asisten sobre todo coleccionistas, inversores y profesionales de la joyería, según los organizadores del evento. Para participar sólo es necesario acudir con el carné de identidad o depositar días antes la puja por escrito. En este caso, son los propios organizadores los que hacen la señal por el licitador. Al llegar a la suma acordada, hacen sonar un timbre que obliga ipso facto a incrementar el valor.

Muy pocos de los presentes ayer quisieron revelar su identidad o declarar el motivo por el que habían asistido. "Yo sólo estoy aquí por encargo", dijo la licitadora con el cartel número 13, una joven de entre 20 y 30 años que se llevó en el bolso cuatro relojes de oro valorados en varios miles de euros. "Es mi cuñado el que es aficionado a esto, pero no ha podido venir", añadió enigmática la chica, que junto a los señores del número 1 y el 33 fue la asistente más activa. "Esa actitud es completamente normal", explica Enrique Tejedor, director del Monte de Piedad de Bancaja, la Caja de Ahorros de Valencia. "Acaban de hacer una compra de gran valor y tienen miedo de posibles robos o atracos", añade el bancario valenciano que considera que este tipo de subastas constituyen "la compra más rápida, más limpia y más transparente que existe".

Este glamuroso trajín de joyas y billetes tiene otra faz mucho más terrenal. El resurgir actual de los Montes de Piedad, muy activos en periodos de penuria (la posguerra, por ejemplo), se debe sobre todo al incremento de la inmigración. Gracias a este fenómeno ha aparecido un sector poblacional "que vive en la frontera de la viabilidad económica", viéndose obligado a empeñar objetos de valor, explicó el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), Juan Ramón Quintás, que destacó el caracter social del contrato, un crédito instantáneo con un tipo de interés inferior al del mercado.

De cada 100 objetos que se empeñan, 95 vuelven a ser recuperados por los prestatarios (sus dueños) y sólo cinco terminan vendiéndose en actos como el de ayer. Del valor añadido que obtenga la joya durante la subasta, se resta un pequeño porcentaje correspondiente a los gastos de organización del evento. Los Montes entregan el resto a sus antiguos dueños, que recuperan así parte de su valor.

En el escenario de la subasta de ayer, junto a varios objetos preciosos dados en prenda a las entidades financieras que no se sacaron a licitación, se exponían documentos que avalaban ese antiguo carácter popular de estos préstamos. Bancaja aportó un escrito de 1933 por el que se autorizaba a las señoras que empeñaban sus máquinas de coser a acudir a utilizarlas a la sede del Monte de Piedad. Otro de 1946, permitía a las mujeres llevarselas a casa dejando vigente el préstamo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero en la venta pública de ayer, la segunda que organizan conjuntamente todas las cajas de España, esa dimensión social parecía muy lejana. En el catálogo facilitado a los asistentes aparecía un brazalete Boucheron de comienzos del siglo XX con 42 brillantes de 0,7 quilates cada uno y un diamante "talla baguette" de otros 50 que partía de los 150.000 euros. Un conjunto de pulsera y sortija de diamantes, zafiros y brillantes se valoraba en 60.000 euros. Sin embargo, ninguna de esas dos piezas, las dos más valiosas de la subasta, se sacaron a puja ayer por la tarde. Sus propietarios abonaron el préstamo horas antes evitando así que cambiaran de dueño lo que disgustó a algunos licitadores. "Esto es algo que suele ocurrir", explicó una de las asistentes. "Muchas veces son bienes familiares heredados de generación en generación, y, claro, da mucha pena deshacerse así de ellos".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_