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Entrevista:HANS UCKO | Experto en diálogo interreligioso

"El fanatismo religioso no es sólo musulmán; también es cristiano"

Humildad, tolerancia y conocimiento mutuo. Éstas deben ser, a juicio del pastor luterano y experto en diálogo interreligioso Hans Ucko (Lünd, Suecia, 1946), las claves que deben guiar el futuro de las religiones. Para Ucko, que ha impartido una conferencia previa a la celebración en Bilbao de un congreso internacional sobre diálogo intercultural e interreligioso, tales elementos conforman el camino para evitar y frenar el fanatismo, que no sólo se da entre el mundo musulmán, también en el cristiano.

Pregunta. ¿Cuál es el objetivo del diálogo interreligioso?

Respuesta. Por decirlo en pocas palabras, el gran objetivo es que las distintas religiones se conozcan entre ellas y ver dónde están las diferencias, los prejuicios y los estereotipos para superar las caricaturas que en ocasiones marcan la visión de los distintos credos. Aunque las religiones han vivido juntas mucho tiempo, en ocasiones miles de años, lo han hecho de forma aislada. Pero hay que decir, y más en la actualidad, que ninguna religión es una isla. Debemos precisar los acuerdos y desacuerdos para hacer la convivencia más fácil.

"Es bueno que haya desaparecido el poder de ordenar a la sociedad lo que debe hacer"

P. ¿Es necesario potenciar un movimiento ecuménico o respetar la identidad de cada religión y buscar puntos comunes?

R. El ecumenismo es un concepto que se maneja desde la preponderancia del cristianismo y en el que existe cierta soberbia. El ecumenismo debería ser para todo el mundo, pero lo enfocamos sólo hacia el cristianismo. Los musulmanes, los judíos, los budistas,... también viven en este mundo. Deberíamos dar una visión más amplia al ecumenismo, que no signifique una única creencia. La pluralidad siempre existirá, pero podemos encontrar caminos para afrontar de forma conjunta cuestiones éticas, morales, religiosas, políticas, sociales y hacer un diagnóstico conjunto.

P. ¿En qué situación se halla ahora ese proceso?

R. A lo largo del siglo XX ha existido el diálogo entre religiones, pero se centraba en sus ideales, en nuestra visión de la paz, el papel de la mujer, del medio ambiente,... A partir del 11-S, incluso diría que en los últimos 25 años, se ha demostrado que las religiones -que pensábamos, y así se decía en los sesenta, que habían muerto o iban a desaparecer, que iban a convertirse únicamente en un asunto privado- han vuelto, y vemos que las realidades de las religiones, no los ideales, pueden ser factores problemáticos. Son realidades, además, ambiguas que influyen en la sociedad y no siempre de forma positiva. Por eso, el diálogo debe afrontar y dirigir hacia buen puerto estas cuestiones.

P. ¿No resulta paradójico que la religión, en lugar de diluir la tensión y el odio, lo incremente?

R. La idea del diálogo consiste en crear un sentimiento de confianza entre los creyentes de las distintas confesiones para que la religión no sea utilizada como arma, sino como un instrumento para la paz. Desde luego, esto no es sencillo, porque hay muchos recuerdos históricos de enfrentamiento y de lucha.

P. ¿Cómo se puede frenar el fanatismo religioso?

R. Necesitamos preguntarnos por qué surgen esos fanatismos. Aunque no tengo las respuestas, quizá ha podido deberse a que se han sentido invadidos y denigrados por la civilización occidental. Pero el fanatismo no es sólo islámico, también es cristiano. Necesitamos encontrar una alianza entre las personas de las diferentes religiones que reconocen la triste realidad del fanatismo y que defienden que es posible vivir de acuerdo a las creencias de cada cual y en paz. Soy consciente de que esto no es un camino de rosas, pero hay que hacerlo.

P. ¿Cuál es el futuro de la religión en la sociedad moderna?

R. Es obvio que en Europa las iglesias cristianas están perdiendo sus privilegios y que tienen que jugar otro papel. El poder de ordenar a la sociedad lo que debe hacer ha desaparecido, y es bueno que haya desaparecido, pero la sociedad necesita que exista una voz para ayudar y tratar de resolver los dilemas éticos y morales.

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