Fiesta del Tau, suplicio del Madrid
Al conjunto de Maljkovic se le apagan las luces en el segundo cuarto
Cuatro meses después, el Tau y el Madrid volvieron al lugar de los hechos para continuar una rivalidad que, sobre todo durante la última temporada y su impactante colofón, ha abierto suficientes heridas y cuentas pendientes para promocionarse como un clásico. Un choque entre estos dos equipos ya no sabe de tiempos ni lugares, tal es el grado de expectación y excitación que provoca, por lo que la historia de afrentas, venganzas y tensiones que se forman alrededor tienden a llevar su propio desarrollo, al margen del calendario.
Desde el triple de Herreros, muchas cosas han cambiado. Han llegado jugadores nuevos, el Tau estrena técnico y estamos en la cuarta jornada, o sea en ese terreno de construcción del que tanto gustan hablar los entrenadores. Pero, en estas noches, todo eso son apuntes circunstanciales. Cualquiera que viese a Scola y Felipe Reyes durante el primer cuarto podía pensar que estábamos ante el sexto partido de la pasada final. Ambos escenifican como nadie que entre el Tau y el Madrid hay algo más que dos equipos en busca de una victoria. Hasta que tuvieron que abandonar el juego con un par de faltas en sus casilleros, los dos se fajaron como si les fuese la vida, o la Liga, en ello, confirmando que, como mandan las reglas no escritas de los partidos grandes, dentro del desarrollo general también estaban en juego cuestiones particulares.
TAU VITORIA 80 - REAL MADRID 57
Tau Vitoria: Prigioni (12), Scola (11), Ukic (4), Erdogan (7), Jacobsen (4) -cinco inicial-, David (14), Splitter (5), Drobnjak (2), Vidal (11), Grimau y Hansen (10).
Real Madrid: Sonko (7), Rakocevic (6), Gelabale (2), Reyes (11), Hernández-Sonseca (9) -cinco inicial- Hamilton (10), García, Sinanovic (4), Bullock (4) y Tomas (4).
Árbitros: Pérez Pérez, Requena y Guirao. Eliminaron por cinco faltas a Rakocevic y Reyes, del Madrid.
Unos 6.000 espectadores en el pabellón Buesa Arena, de Vitoria.
1º CUARTO: 19-19
2º CUARTO: 21-6
3º CUARTO: 23-19
4º CUARTO: 17-13
Visto cómo fue el arranque, nadie esperaba que la discusión se terminase tan pronto, lo que, sin duda, resultó decepcionante. Comenzó el segundo cuarto (19-19) y al Madrid se le apagaron las luces. No fue un cortocircuito pasajero como podía pensarse teniendo en cuenta el gusto por la montaña rusa que tienen los madridistas, sino que, según pasaba el tiempo, se fue convirtiendo en un gran apagón.
La defensa del Tau apretaba las clavijas, cada vez más efectiva y siempre convencida de que el peligro le podía llegar desde fuera. Ni la presencia conjunta de Rakocevic y Bullock, en noche negada, pudo evitar un parálisis casi total del Madrid, como mostraban los paupérrimos seis puntos que pudo lograr en ese segundo acto (40-25). Hace unos días, el escolta blanco decía que no conocía defensa que pudiese anular a la pareja que forma con Rakocevic. Eligió una mala semana para proclamarlo.
Al partido sólo le podían dar fuerza en el segundo tiempo dos circunstancias. Que el Madrid afinase un poco su puntería o que el Tau bajase sus altas prestaciones en ambos lados de la cancha. No ocurrió ni lo uno ni lo otro, sino más bien lo contrario. Los de Vitoria elevaron un peldaño su actividad defensiva y la velocidad de sus transiciones. Quizás escarmentados por el siempre fresco recuerdo de lo de junio, cuando vieron a su adversario tambalearse, no dudaron en tirarse a la yugular para no soltar su presa hasta que se hartaron de lucirse casi todos.
El Madrid, peleado como pocas veces con el aro -0 de 14 en triples, un record-, fue poco más que un convidado a la fiesta. Habrá quien hable de venganza, pero incluso con tamaña diferencia el asunto no llega más allá de un alivio baskonista para una herida no cerrada. Las Ligas perdidas nunca se recuperan, y menos en una cuarta jornada. Pero la noche, desde luego, fue tan festiva para unos como un suplicio para otros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.