Obras y atascos
Ayer, con grandes manifestaciones y alardes cualitativos -y cuantitativos-, se inauguró el nuevo acceso de la A-1 a la M-30. La promesa de la pesadilla que hemos soportado durante dos años era que se acaban los atascos para entrar en Madrid por dicha carretera. La promesa se ha convertido en mentira.
Hoy, sin ir más lejos, el atasco llegaba desde San Sebastián de los Reyes hasta el kilómetro 0 de la M-30. Las obras que lleva a cabo el señor Ruiz-Gallardón no evitan ni solucionan los atascos; simplemente, los prolongan en el espacio. El problema de la A-1 no es la entrada en Madrid de vehículos sin más, sino la más que deficiente entrada desde ese kilómetro 0 a la M-607 y a la plaza de Castilla.
Con esta obra no sólo no se ha solucionado este problema, sino que se ha acentuado. Si antes esa entrada hacia la plaza de Castilla soportaba la entrada de dos carriles, ahora soporta la de cuatro. Al final, los cuatros carriles se quedan en uno, lo que provoca el atasco. Menos anuncios sobre las bondades de unas obras mal pensadas y peor ejecutadas, y más vocación hacia el transporte público. ¿Qué hace una familia con hijos pequeños si ni en los autobuses interurbanos ni en los de la EMT se permite la entrada de carritos de bebé? La respuesta es obvia: usar el vehículo privado.
Por eso no hay que hipotecar a los ciudadanos y a los hijos y nietos de los ciudadanos, sino crear verdaderas políticas de uso del transporte público.
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