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Reportaje:Octava jornada de Liga | FÚTBOL

Rodilla frágil, cabeza de hierro

César Jiménez, central del Zaragoza, lesionado por Figo en enero, estará cuatro meses más de baja

Jordi Quixano

No soltó lágrima alguna cuando el doctor le dio la mala noticia. Ni después. Se resistió a la tentación del abatimiento y decidió, por segunda vez en un solo año, afrontar la desdicha con entereza, con profesionalidad. La maltrecha rodilla izquierda de César Jiménez (Ávila, 1977), central del Zaragoza, le ha retado doblemente y él ha aceptado el pulso para ganarlo. Como cuando decidió, de niño, abandonar la portería -"era muy aburrido"- e inscribirse como jugador de campo en un equipo del barrio de su abuela. Como cuando, mientras jugaba en la plaza de tierra de al lado de su casa, se propuso ser futbolista profesional. Como cuando, tras cinco años en la cantera del Madrid, decidieron prescindir de él. Como ahora.

Hace poco menos de un año, los aficionados al fútbol apartaron la vista del televisor, cerraron los ojos y exclamaron ¡ah! al ver la entrada del ex madridista Luis Figo sobre su rodilla. En la repetición de la jugada, la exclamación fue doble; la imagen mostraba cómo su rodilla se doblegaba de forma antinatural ante la presión de los tacos del portugués. Nueve meses después, hace apenas dos semanas, César volvía a sonreír. Jugó 70 minutos en un amistoso, precisamente contra el Madrid. Pero unos días después, la sonrisa se difuminó por completo. "En un partidillo de entrenamiento hice un giro brusco y noté un chasquido", explica. "No me pareció grave porque me fui andando del campo. Y pasé la noche entre hielos a la espera de la resonancia". Maldita resonancia. "Rotura del menisco y rotura parcial de la plastia del cruzado anterior de la rodilla", rezó el diagnóstico. Se rumoreó, incluso, con una retirada anticipada. Pero el doctor Guillén, quien le operó, desmintió el murmullo. "Podría haber sido peor. Es duro, pero ya lo hice una vez y volveré a hacerlo", recuerda el zaguero. "Espero volver antes de que acabe la temporada".

También se acabará, a finales del curso, su contrato con el Zaragoza. "Es lo que menos me importa ahora", asegura. No en vano, sufre dolores persistentes, no encuentra la postura para dormir y necesita andar con muletas. Algo a lo que no acaba de acostumbrarse, porque hasta que los tacos de Figo -que le llamó antes de irse al Inter para desearle suerte- le marcaron de por vida, nunca había estado lesionado de gravedad. "César es fuerte, inteligente y sabrá reaccionar de forma positiva", explica Víctor Muñoz, entrenador del Zaragoza. "Siempre ha sido un compañero ejemplar y, por eso, nos duele tanto su recaída", afirma Cuartero, capitán del equipo.

Mientras tanto, César se apoya en los que le quieren, en su padre, Marcelino, que ha venido de Ávila, y en su novia Silvia, con quien contraerá matrimonio el próximo junio. César está dispuesto a vencer el pulso contra su rodilla y olvidarse de Figo.

César Jiménez.
César Jiménez.DIARIO AS

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