Nadal cambia el guión
El mallorquín vence a Stepanek y su plan de saque y volea
Radek Stepanek se cayó al suelo, de espaldas a la red, totalmente despatarrado, y el mundo volvió a la normalidad. O casi. Hasta entonces, Nadal se buscaba a sí mismo, irreconocible en aquel jugador errático que se paseaba por la pista, perdido, sin apostar por lo suyo, el juego de fondo, o lo del otro, el saque y las dejadas. En su cabeza rebotaba un aviso. "Stepanek es un atacante nato", prevenía Manolo Santana, mito del tenis español y el organizador del torneo. "Se va ir arriba a por Rafa. Le va a buscar en la red, a usar la volea y su saque, que es muy bueno. Si Rafa no está fino, tendrá problemas". Y los tuvo. Hasta que Stepanek se cayó al suelo. Entonces, con el empate a dos juegos, casi todo volvió a la normalidad. Casi todo: Nadal desaprovechó siete bolas para ganar el primer set, y luego sacó el rodillo en el segundo (7-6 y 6-4). Ahora, en semifinales, le espera el estadounidense Ginepri, vencedor de David Ferrer (6-1 y 6-4).
Como en las películas, Stepanek tenía un plan. En sus cálculos, ganar a Nadal dependía de dos cosas: de su saque y de sus subidas a la red. El plan le funcionó a medias porque estuvo espléndido en el servicio, sobre todo cuando dispuso de bolas nuevas, y horrible en la volea. Cualquier plan, sin embargo, debe dejar espacio para lo inesperado, para lo incontrolable, para la sorpresa. Y ayer, como en las películas, hubo tiempo para los guiños del guionista: Nadal jugó un tie break esplédido, donde ofreció una clase magistral de passings, de bolas liftadas y de capacidad competitiva. Hasta que le entró la pájara que casi le costó el set, quizás mal predispuesto por el pasado, por el almanaque de resultados que dice que ya había ganado a Stepanek en sus tres enfrentamientos anteriores. Que su ascenso hacia el estrellato había empezado contra él en Brno, durante una dificilísima eliminatoria de Copa Davis contra la República Checa. Que era enemigo fácil. Mentira.
La realidad es que Stepanek, Step para los amigos, es un tipo duro. Un perro viejo de la pista dura. Lo normal en un tipo que nació en la árida Karvina, al norte de la República Checa, y que comenzó a jugar sobre la dolorida tierra de su pueblo, horadada y carcomida de una punta a la otra por fábricas y minas. Quizá por eso, Stepanek juega sin fluidez, a impulsos, encomendado a un saque demoledor y mecánico, repetido en serie, industrial y sin plasticidad. Quizá por eso, hijo de una tierra acostumbrada a ser explotada, no quiso revelarse en el segundo set, cuando había tenido tan cerca el primero. Quizá por eso, víctima del paisaje industrial, no es agraciado ni coordinado, y sube a la red sin saber qué le deparará la suerte en cada ocasión: brillante dejada o desilusión en la malla. Ayer predominó lo segundo. Le falló el plan. Nadal se clasificó para semifinales. "Stepanek es incómodo, a la mínima se va a la red apoyándose en un gran servicio, ha sido muy difícil", cerró el mallorquín, que queda como único español superviviente. Stepanek, gigantón sin suerte, se despidió entre efusivos besos a la grada de Madrid, una ciudad que el año que viene también tendrá torneo femenino, entre el 7 y el 12 de noviembre.
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