La ciencia llega a la portería
El preparador de porteros del Valencia no repite ningún entrenamiento
El preparador de porteros del Valencia, Emilio Álvarez, de 34 años, huye de los convencionalismos, del salgo y le pego unos tiros y unos centros, del aburrimiento y la monotonía: hay que dar un paso adelante. Proclama que su oficio se ha convertido en una especialización que ha corrido paralela a la del preparador físico, en todo un mundo en el que hay que aplicar las nuevas tecnologías. Y lo demuestra: de los cerca de 100 entrenamientos que lleva el Valencia, sus tres arqueros no han visto repetido ninguno. "Me siento frente al ordenador. Busco un objetivo y qué quiero mejorar del portero. El ejercicio debe ser lo más dinámico y alegre posible. Hay que recurrir a la imaginación porque no hay apenas soporte bibliográfico. Eso sí, tenemos una base de datos tanto física [del preparador físico, Paco de Miguel], técnico-táctica [del primer y el segundo entrenador, Quique Flores y Fran Escribà] como de los porteros. Siempre introduciendo cosas sobre blocaje, impulsión, velocidad, reacción, juego aéreo, técnica con el pie...".
¿Por ejemplo? "Para la velocidad de reacción, uso pelotas de tenis y piramidales, que cambian de dirección. Mejoro la agudeza visual, la destreza y acorto los tiempos de reacción ante un remate a corta distancia o que cambie de trayectoria en el aire. Como la parada de Cañizares el domingo ante el disparo de falta de Pablo Couñago, del Málaga, que fue de dificultad alta [el vuelo de su cuerpo cambió de dirección]".
Los dos ojos de Álvarez están siempre puestos en Cañizares, Butelle y Mora. "Es un control exhaustivo". Y da más ejemplos: la pliometría de alta intensidad. Se trata de mejorar la impulsión y la fuerza reactiva de los arqueros. Y está basado en los saltadores de altura y longitud. Los pioneros fueron los saltadores rusos. "Haces caer al portero desde una altura elevada e inmediatamente tienes que sacar una impulsión para la estirada; o para el salto hacia delante o hacia atrás. Provocas una contracción de la musculatura y, a la vez, una extensión del músculo en el mínimo tiempo".
Álvarez fue 11 años guardameta profesional. Lo fichó Jorge Valdano cuando entrenaba al Madrid. Estuvo en el Jaén, donde ganó el Trofeo Zamora en 1996-97, en el Elche y tres años en el Extremadura. Allí se rompió la rodilla en un entrenamiento, lo operaron tres veces y se retiró con 29 años. Entró como entrenador de guardametas en el Madrid. Quique Flores dirigía al juvenil A y surgieron discrepancias: Flores se resistía a dejarle los porteros para trabajar, Valdano los reunió y se produjo un flechazo profesional y personal entre ellos. "Decubrí en Quique a un gran entrenador con quien tengo muchas afinidades: familia y deporte. Él tiene cuatro hijos; yo, dos. Y jugamos al fútbol 7 cada lunes".
Álvarez rechazó la oferta de Flores para seguirle al Getafe, pero dijo sí un año después cuando escuchó el nombre de Mestalla. "A pesar de que el Madrid me ofrecía cuatro temporadas". Su contrato en el Valencia es de un curso con opción a otro más si entra en la Champions. "Respecto al Madrid, aquí el jugador de élite es mucho más accesible y natural". Precisamente, el domingo visita el Bernabéu. ¿Qué le espera allí a Cañizares? "El Madrid es imprevisible, pero habrá unos contra uno (Robinho), y juego aéreo y estrategia (Beckham). El día anterior a los partidos les paso a los porteros información detallada de la estrategia del rival: faltas, penaltis...".
Licenciado en Magisterio, Emilio optó por el fútbol pese a que la pasión de su padre era otra: Curro Álvarez fue banderillero de Rafael de Paula, César Rincón y Enrique Ponce. E incluso le tentó ese mundo, aunque su padre disuadiera a sus seis hijos. "Para mí, el mejor torero es Ponce: saca partido de casi todos los toros. Es como el portero que para un balón de Nivea o una pelota de tenis".
Es decir, Cañizares, a quien Álvarez ha contribuido a recuperar tras aquel grave error del 21 de septiembre en el minuto 80 en el Camp Nou. Un centro cruzado de Ronaldinho se le escurrió de las manos y Deco marcó. "Fue un accidente", explica Álvarez; "ocurrió el miércoles y hube de recuperarlo anímicamente porque el sábado jugábamos ante la Real. Sin dar la espalda al error, que se analizó, vimos el vídeo y lo corregimos sobre el campo". La respuesta de Cañizares, 36 años en diciembre, fue providencial. "El fútbol son estados de ánimo y el portero, cargado de responsabilidad, necesita un refuerzo permanente". ¿Cómo? "No es darle azúcar, sino detectar los errores, analizarlos y repetir con ejercicios para que no se repita. Cañizares, técnicamente, es el mejor posible: despeje, posición inicial en la portería y, sobre todo, blocaje, en lo que raya la perfección. Físicamente, no ha tenido lesiones graves y el cuidado extremo de su cuerpo le permite estar mucho tiempo en la élite".
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